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Advirtiólo Angelina, y me hizo seña para que habláramos en voz baja, y quedito, muy quedito, mientras oprimía con la punta de los dedos los empapados paquetillos y los apartaba en el borde del plato, me dijo: Esta mañana estuve en la Conferencia.... Tuvimos una discusión muy acalorada. ¿Por qué? ¡Cosas de las gentes! No piensan con juicio ni entienden las cosas a derechas. ¿Quiénes?

Sacó la costurera un plato de carne fiambre y lo puso sobre el hule de la mesa, sin servilleta ni cosa que lo valga; después cortó a la mitad un pan y lo dejó, con la imprescindible botella de vino blanco y el vaso, al lado de la carne. El cazador de osos comenzó a devorar. Concha sentose de nuevo, y la niña, acercándose, repitió las palabras que ya había pronunciado.

Yo estoy rendida». Comió sola, y con Papitos les mandaba de algún plato, que volvía casi intacto. Después entró un instante en la alcoba para preguntarles qué tal estaban, y se fue a descansar. «No puedo resistir más esta vida de perros decía . Dios tenga compasión de ».

Todo eso nos lo contó el P. Solís, allá en casa, una noche, a la hora de la cena. ¿No es cierto, Gabriela? Y también dijo que a él le gustaría mucho que el señor se casara con Linilla.... ¡Vaya... con la señorita Angelina! Rieron todos de la indiscreción del corcovado. Gabriela me miró, y pasándome un plato murmuró a mi oído: No haga usted caso, señor; este niño es así.... ¡Le miman tanto!

La señora entró á saber qué legumbres queriamos. ¿Y los otros dos platos de carne? ¿Se quedarán donde se quedaron las dos sopas? Vino un doble plato de judías sin salsa, y me preguntó qué postres eran de nuestro gusto. Pero ¿y las legumbres que faltaban? Mi mujer no pudo contenerse por más tiempo. ¿Qué es esto? me dijo. ¿Dónde están las tres sopas, los tres platos de carne y las tres verduras?

Separadamente se pica también cebolla y se juntan ambos picadillos en una vasija, en proporción de un plato de cebolla por plato y medio de grasa, se añade sal, pimentón, pimienta, clavo, un poquito de canela, otro poquito de pimentón, otro poquito de pimentón picante y orégano.

Este plato hay que disimularle, decía ésta de unos pichones; están un poco quemados.

Y la prima se levantaba y echaba a correr con su plato en las manos, para evitar el hurto de un merengue o de media manzana, y el juego se celebraba con estrepitosas carcajadas, como si fuese el paso más gracioso del mundo.

Pero, mujer... Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas. ¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! se puso algo tarde. ¿No les parece á ustedes que está algo ahumado este estofado? ¿Qué quieres? una no puede estar en todo. ¡Oh, está excelente, exclamábamos todos dejándonoslo en el plato, excelente! Este pescado está pasado.

Eran cocinas portátiles pertenecientes al ejército. Los alimentos del Hombre-Montaña exigían un trabajo extraordinario. Dos bueyes formaban un simple plato para su apetito colosal. Atravesados por fuertes asadores, estos animales daban vueltas sobre enormes hogueras hasta quedar dorados y á punto de ser comidos.