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Este dia fué uno de los pilotos á reconocer el Arroyo de la Tinta, por la parte del N, y otro por la del S, y descubrir la sierra de este nombre, habiendo caminado 8 leguas cada uno en su comision.

Sus facciones son regulares, y sus cuerpos robustos. Remeros infatigables, sus pilotos son los mejores prácticos del pais. Entusiastas y atrevidos no dejan por eso de ser circunspectos, respetuosos, dóciles y de una complacencia estremada.

Este maldito del Océano, que hacía recordar al «Holandés errante» y a otros pilotos en pecado mortal, había realizado un viaje desde las Indias a Cádiz en sólo tres días. Pero hay que advertir que la nave iba tripulada por una legión de demonios disfrazados de marineros, que le habían ofrecido sus servicios. La travesía se efectuó en un continuo huracán.

Vuelto a España, empezó la serie de sus descubrimientos, apoyado pecuniariamente por los mercaderes de Sevilla, que hacían crédito a su valor. Uno de los Pinzones, Juan de la Cosa, el más experto de los pilotos, Américo Vespucio y otros navegantes de fama, dirigieron sus buques. Los marinos gustaban de ir con este capitán, el más valeroso y audaz de la primera época de la conquista.

Para asegurarme mas del concepto formado en el asunto, quise recoger los dictámenes de los pilotos y sugetos que navegan á la referida costa, con el ánimo de instruir á V.E. completamente, así del estado de las poblaciones, como de todo lo demas perteneciente a la utilidad de ellas.

Á este modo de marcar llamaban los marineros bendiciones del piloto. Duda de más interés han suscitado los términos concisos de las anotaciones hechas por Colón. Á 17 de Septiembre se lee en el Diario: «Tomaron los pilotos el Norte, marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban penados y no decían de qué.

Se tenía por dichoso siempre que no le faltase el tabaco y pudiera enviar su sueldo íntegro á la mujer y los hijos, que vivían allá en la Marina. Su ambición era la de todos los navegantes modestos: comprar un pedazo de tierra y hacerse labrador en su vejez. Los pilotos vascos soñaban con praderas y manzanos, una casita en una cumbre, y muchas vacas.

Ni la noticia consignada en el Diario el 17 de Septiembre de 1492 ni las reflexiones del Almirante durante el tercer viaje, que menciona sin examinarlas; aun más, ni la sorpresa y cuidado de los pilotos y marineros, constituyen prueba menos que decisiva de que hasta entonces nadie había notado la variación.

A las seis y media continuamos la marcha, y los dos pilotos la suya como el dia anterior, hasta las dos de la tarde que paramos en el Arroyo de la Tinta, habiendo caminado 10 leguas por el rumbo del ONO: hallamos muy pocos pastos, solo en la inmediacion de este arroyo, que son fértiles y abundantes.

Mucho confiaba en su criterio y en su autoridad para imponerlo á los pilotos, pues lo mismo que él podían apreciar la velocidad de las carabelas por rutina, y mejor debían de conocer las propiedades de barcos de su pertenencia en que antes habrían navegado.