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Actualizado: 7 de junio de 2025
Nos referimos aquí tan sólo á las fuentes primitivas que les suministraban sus primeros materiales, no siendo siempre posible averiguar el medio, en cuya virtud llegaban á su noticia. Comedias religiosas de Calderón. El Príncipe constante. El Josef de las mujeres. El mágico prodigioso. Las dos amantes del cielo. El purgatorio de San Patricio.
En ningún libro suyo ha congregado Pereda igual número de tipos tan vivos y tangibles. Queda dicha la excelencia satánica del carácter de Patricio, tan complicado, tan difícil y de tan paciente estudio.
III, pág. 38. En España esta tradición se había hecho ya popular por los dos escritos titulados La cueva de San Patricio, León, 1506, y la Vida y purgatorio de San Patricio, Madrid, 1626-27, de Montalbán. Bald mit Blitz bewehrt, durchleuctet Als ein Aar die Luft der Glaube Und bald ruht er, eine Taube Die am Bach die Flügel feuchtet. Platen.
Ningún patricio romano tuvo jamás una idea más perfecta del sui juris, de los sagrados derechos que «la ciudad» había depositado en sus manos. Desde que esto acaeció, don Jaime, a pesar de sus cincuenta y pico de años, pasó a ser en sus manos una verdadera cosa como previene la Instituta.
Enseñáronme el sitio donde habia hecho quemar á mas de quinientos de sus vasallos la bienaventurada reyna María, hija de Henrique octavo; y me aseguró un clérigo hiberno que fué accion de mucho mérito para con Dios: lo primero porque los quemados eran todos ingleses, y lo segundo porque nunca tomaban agua bendita, ni creían en la cueva de San Patricio; pasmándose de que aun no hubiesen canonizado á la reyna María, bien que abrigaba la esperanza de que no se tardaria en ponerla en los altares, así que tuviera un poco de lugar el cardenal nepote.
Era incapaz de afrontar situaciones reñidas con el carácter de los hechos comunes y con su criterio rectilíneo de viejo patricio. La herencia del antiguo convencionalismo español había encuadrado sus ideas en fórmulas precisas, limitadas, que no permitían la intervención de sentimientos ajenos a la naturaleza de los suyos.
Don Pablo lo apreciaba como un tesoro, y era probable que se indignase al conocer el estrago que había hecho su aturdido pariente. Pero Luis no se arrepentía de su generosidad. Le alegraba enloquecer al rebaño miserable con el vino de los ricos. Era un placer de patricio romano, embriagando a sus clientes y esclavos con bebida de emperadores. Bebed, hijos míos decía con acento paternal.
El señor Molina era la única de aquellas personas cuya conversación no le causaba fastidio, por más que siempre tocara los mismos asuntos, con su invariable tono tranquilo, pausado, de viejo patricio, el pulgar de una mano metido en la abertura del chaleco y la otra apoyada de través en la rodilla. Nunca dejaba de hacerla reír cuando repetía anécdotas de personajes históricos.
Siendo así, se daban por pasablemente satisfechos con que las fantasías amorosas del hermoso retoño se hubieran detenido en mí, Carlos Durán, ingeniero, en vez de mariposear sobre un sujeto cualquiera de insuficiente posición social. Así, pues, agradecí en mi fuero interno el distingo de que me hacía honor el joven patricio.
Encerrábase en su cuarto sin atender como antes al cuidado de las niñas: aparecía tan seria y reservada a las horas de comer, que llegó a despertar la atención de don Rosendo, con hallarse este gran patricio más que nunca absorto en la alta dirección de la batalla del pensamiento que se libraba en Sarrió.
Palabra del Dia
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