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Actualizado: 2 de mayo de 2025


El señor de Avrigny se excitaba, más y más con sus propias palabras y paseábase por la estancia visiblemente agitado, sin mirar a su hija, que temblaba como la hoja en el árbol, ni a Amaury que le escuchaba de pie y frunciendo el entrecejo.

Y mientras esperaba la llegada de los prusianos, paseábase con su uniforme de gala a través de los tres largos salones que el Rey le había concedido en el jardín de la corte, especie de Palais-Royal más verde y tétrico que el francés, rodeado de claustrales muros pintados al fresco.

Paseábase por el medio del salón tan apuesto, tan bizarro, que daba gloria verlo. Miraba cuándo a un lado, cuándo a otro, como hacen todos los hombres de verdadero ingenio en estos casos.

Allá por los años de 1734 paseábase muy risueña por estas calles de Lima, Mariquita Martínez, muchacha como una perla, mejorando lo presente, lectora mía. Paréceme estar viendo, no porque yo la hubiese conocido, ¡qué diablos!

Paseábase en tanto Zadig por los jardines que ornaban las inmediaciones del lugar, quando á corta distancia del camino real vió una muger llorando, que invocaba cielos y tierra en su auxîlio, y un hombre enfurecido en seguimiento suyo. Alcanzábala ya; abrazaba ella sus rodillas, y el hombre la cargaba de golpes y denuestos.

Paseábase por las orillas del Eufrates, persuadido á que le habia destinado su estrella á irremediable desdicha, y recapitulaba en su mente todas sus desgracias, desde la muger que no podia ver á los tuertos, hasta la de su armadura. Eso he grangeado, decia, con haber despertado tarde; si no hubiera dormido tanto, fuera rey de Babilonia, y posesor de Astarte.

El joven extendió sobre el cuerpo de ella un traje de percal y la poca ropa blanca que colgaba de unos clavos. Estas telas sutiles eran de un abrigo ilusorio. La enferma seguía estremeciéndose, y el pobre Isidro, que temblaba de frío, se quitó el macferlán para añadirlo a la cubierta. Era una noche terrible. Maltrana paseábase por el cuarto como si estuviese en medio de la calle.

Y paseábase indignado, especialmente al quejarse de los olvidos del sábado. Bien se notaba en el aspecto de su persona, que parecía dividida en dos partes.

Llamábale al oído, paseábase a grandes trancos por la cuadra y, volviendo otra vez junto a él, le tocaba en el hombro. Al mediodía, Ramiro, cuyo espíritu había realizado laborioso camino, hizo llamar al lectoral.

Palabra del Dia

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