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Actualizado: 30 de abril de 2025
Es una especie de tonto que abunda en todas partes: el tonto cosmopolita. Poe lo sufrió en Norte América; Verlaine, en París, y en España, muchos espíritus artistas que no se adaptaron a la hosca estupidez del ambiente. Es el tonto sensato, valga la horrible paradoja. ¿Y qué más quería el tonto discreto, el tonto metódico, el tonto de sentido común, que hubiese hecho Verlaine?
Por virtud de los agregados, un secreto divulgado puede volver a ser un secreto perfecto. No hay paradoja. Me explicaré. Un secreto, un verdadero secreto, supone un hecho cierto, un suceso ocurrido. Los agregados que cada indiscreto le va poniendo pueden alterar completamente el hecho, trasformarlo en absoluto. Con esta alteración radical de la verdad, el hecho vuelve a quedar en secreto.
La misma razón que tuvo quien nos trasmitió el secreto la tenemos, a nuestra vez, para trasmitirlo. «Se lo digo a usted en secreto». Esta frase tan generalizada es una verdadera paradoja, pues una vez comunicado deja de existir el secreto en nuestra conciencia.
Los antimilitaristas claman, creyendo que está en manos de su gobierno el evitar el choque... ¡País degenerado por la democracia y por la inferioridad de su celtismo triunfante, deseoso de todas las libertades!... Nosotros somos el único pueblo libre de la tierra, porque sabemos obedecer. La paradoja hizo sonreir á Julio. ¡Alemania único pueblo libre!...
No se concibe cómo un sistema semejante puede tener cabida en tan elevado entendimiento; cuando se leen las elocuentes páginas en que está desenvuelto, se siente una pena inexplicable al ver empleados rasgos tan brillantes en repetir todas las vulgaridades de los escépticos, para venir á parar á la paradoja mas insigne y al sistema menos filosófico que se pueda imaginar.
Este resultado parece una paradoja extravagante, y lo es segun el modo con que se le entiende; pero si se explica como se debe, puede ser admitido como una verdad, y verdad muy sencilla. Por lo dicho en los párrafos anteriores, se puede columbrar cuál es el sentido de esta opinion; pero la importancia de la materia exige otras aclaraciones.
Aunque a primera vista parezca lo contrario, es más fácil hacer la paz que «hacer las paces». Ya oigo exclamar: ¡Qué paradoja! No hay tal paradoja; espero demostrarlo. Lo que ocurre es que la diferencia de magnitud entre ambos conflictos, el conyugal y el internacional, hace creer a los espíritus superficiales que este último tiene un arreglo infinitamente más difícil que el primero.
¡Lástima que la última revuelta militar haya matado este libro antes de nacer! Ustedes saben que yo he cultivado la paradoja, como único pan que me nutre. Pues bien; esta obra iba á ser la mejor de todas las mías. Comparaba en ella á Wáshington con nuestro presidente, é inútil es decir quién de ellos quedaba sobre el otro.
En Filipinas casi casi puede decirse impera tácitamente una Constitución, que se aproxima á las más avanzadas. Esto parecerá una paradoja. ¡Encontrar la libertad en lo que se cree el absolutismo! ¡Hallar la fórmula federal al pie de los sombríos muros del convento! ¿Es esto posible?
Finge ser actor siempre; y siempre es espectador, espectador de sí mismo. Tal es la paradoja del dramaturgo. Todo el que se conduce en la vida con ademanes de énfasis patético es un simulador, un dramaturgo en potencia. Estos hombres son necesarios en el mundo, porque sin esa fracasada voluntad de pasión, naturalmente contagiosa, la humanidad se acabaría, de apatía y de sapiencia.
Palabra del Dia
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