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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Ellos á lo antiguo se atenían. Además, el miedo á la huelga no causaba gran impresión en el fondo de su ánimo. Por grande que fuese el paro en el trabajo, poco perderían; el mineral no iba á desaparecer en las canteras; aguardaría á que fuesen á arrancarlo, si no en un mes, al siguiente, y si no al otro.
No paró mientes en lo terrible de aquella soledad; no consideró que para custodiar las trojes, vigilar a los segadores y cuidar de la aceituna, le faltaría en lo sucesivo su activo celo.
Doy una vuelta a la Carrera de San Jerónimo, a la calle de Carretas, del Príncipe, y de la Montera, encuentro en un palmo de terreno a todos mis amigos que hacen otro tanto, me paro con todos ellos, compro cigarros en un café, saludo a alguna asomada, y me vuelvo a casa a vestir.
Vamos a despachar, antes de que principien a llegar los clientes. Ya verá usted. ¡Esto es atroz! No paro en todo el día. Esto parece un jubileo. Se levantó, y fuimos a la pieza contigua. Tome usted asiento. ¡En facha! Voy a dictar un escrito.
Un carcelero, que traía una linterna, alumbraba y guiaba á otro hombre que venía á visitar al preso. Este hombre era Coletilla. #Diálogo entre ayer y hoy#. Elías se paró delante de su sobrino.
Poco después, Fernando comía solo y tenía liebre y carnero de sobra. Al anochecer, salieron del pueblo todos, algo borrachos, y alguno se paró a echar la papilla en el camino. Es el perro, que le ha hecho daño decían unos, burlándose. Es el gato decían los otros. Y nadie quería decir que era el vino. Compañeros dijo Fernando , cuando se come gato y perro juntos no pasa nada.
Estaba embebido en estos pensamientos cuando un hombre, con aspecto de criado, se paró ante él y le dijo: ¿Es usted don Martín Zalacaín? El mismo. ¿Quiere usted venir conmigo? Mi señora quiere hablarle. ¿Y quién es la señora de usted? Me ha encargado que le diga que es una amiga de su infancia. ¿Una amiga de mi infancia? Sí.
Morsamor sacó la espada, le recibió con calma y paró con inaudita destreza todas sus cuchilladas y estocadas. Repugnaba Morsamor darle muerte. Estaba seguro de su inmensa superioridad.
Anduvo algunos días el Armada Fortuna acá y allá yendo y viniendo; Despues, la mar estando sosegada, Navega, en breve tiempo descubriendo La tierra tan de todos deseada. Y sin saber dó están, yendo diciendo, ¿Qué tierra puede ser la que se via? Paró el Armada allí, que anochecía.
Yo no me paro en pequeñeces dijo don Santiago Fernández , y aunque tolero un apodo honroso, no consiento que nadie se burle de mí. A fe, a fe que cuando uno ha servido en las milicias del Rey por espacio de veinte años; cuando uno ha estado en la campaña de Portugal; cuando uno ha tenido también el honor de encontrarse en la expedición de Argel que mandó el Sr.
Palabra del Dia
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