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Actualizado: 26 de junio de 2025
Yo pago a mis criados para que me sirvan bien, y, cuando no estoy satisfecho de ellos, los despido, sin meterme a averiguar si es falta de voluntad, vejez o indisposición lo que motiva su mal comportamiento. Entonces no encontraremos en vuestra casa el hombre que precisamos. ¿Tenéis alguno a la vista? ¿Yo? Ninguno.
Este hombre, que fué uno de los más entusiastas propagandistas de las doctrinas del llamado "Partido Independiente de Color", recibió de manos de Estenoz, en pago de sus servicios á la causa negra, el diploma de Coronel de Estado Mayor, y provisto de este documento, marchaba con la partida del cabecilla Heredia, al ocurrir la sorpresa de Kentucky, que vamos á referir suscintamente, y sin más objeto que satisfacer á las numerosas personas que nos preguntan todos los días por qué el Teniente Ortiz no dió muerte á Surín.
Además de las cédulas, como recurso para la provincia se establece el impuesto provincial, que consiste en el pago de un peso y medio, satisfecho por trimestres, como la cédula de 9.ª clase; esta contribución, al igual que las cédulas, obliga á todos.
Ministro de Marina acogió benévolamente la memoria razonada y planos de la Junta, dándose por satisfecho de sus trabajos; ordenó separadamente los de formación de presupuesto de obras en el concepto de facilitar los arsenales del Estado el material que no tuviera aplicación directa á los buques de moderna construcción y de que la Junta directiva del Centenario facilitaría los fondos indispensables para el pago de otros accesorios y pertrechos que no hubiera en almacén.
Como se ve, los que querían empaparse bien de las lecturas y estar con desahogo abonaban una cantidad mensual, la cual era de ocho reales, con los que Tolva atendía al pago de las suscripciones, que llegaron á ser bastante numerosas.
Fortunata le miró de un modo que le hizo callar... «¡A buenas horas y con sol! quería decir aquella mirada . Después que hemos cometido todos los crímenes, ahora salimos con escrúpulos... Y yo pago la falta de los dos...».
Apenas empezó Pepita a lanzar sobre él aquellas ardientes, furtivas e involuntarias miradas que tanto destrozo hicieron, miradas que nadie sorprendió de los que estaban presentes, Antoñona, que no lo estaba, habló a Pepita de las miradas. Y no bien las miradas recibieron dulce pago, también lo supo Antoñona.
Pues dáos al diablo, les diría yo contestó D. Prudencio. Lo que es por mí ya serían independientes con una condición: con la condición de que cargasen con el pago de la deuda de Cuba.
No diré que le pago un capital, ni mucho menos, porque el dinero no cae con la lluvia, pero... es usted soltero, no tiene usted familia, ni obligaciones.... Con lo que tiene usted aquí... ¡le basta y le sobra! ¡Bien! ¡Bien! Quise replicar, pero me pareció inútil toda aclaración. Castro Pérez prosiguió: No estará usted contento en Santa Clara. Lo anuncio desde ahora.
Estoy por salir a buscarle yo misma, como loca. Sólo me detiene el temor de que sean mayores el escándalo y la vergüenza. Hermano mío, por piedad, corre; busca a Braulio. Temo, tiemblo por su vida. ¡Qué horror! El no me ha dado muerte: él me ha besado, creyéndose mortalmente ofendido. Y, en pago de tanto amor, yo le mato.
Palabra del Dia
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