Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


Juan, ¡cuánto he debido hacerlo sufrir! ¿Por qué soportaba con tanta paciencia aquellos caprichos de niña mimada?

Con la relacion anterior llegó á agotarse completamente la paciencia de la archiduquesa, porque acabó de conocer, que habia empleado en vano todos los recursos que le proporcionara su acendrado amor, para ver si de esta suerte hacia desaparecer de su marido una pasion que ella jamás creyó arraigada, porque la creia un capricho.

Paciencia será menester para descifrar los cuatro mil manuscritos cópticos de que hemos hablado, y de los cuales sólo una vigésima parte explica el Catálogo.

Juan, espera un poco, ten paciencia, que no tardará mucho, espera a que el Señor me llame a , espera a que vaya a reunirme allí con tu padre y tu madre... No te vayas, Juan, no te vayas. Si vos me queréis, yo también os quiero... y bien lo sabéis vos... , lo . Conservo por vos el mismo cariño que tenía cuando era niño, cuando me recogisteis y me educasteis.

Pero, con un poco de paciencia y de silencio, el período del luto habría pasado; y el amor, que hubiera sido hasta entonces un crimen, sería después un deber. »Nos comprendíamos sin hablar, y nuestros días pasaban en una dulce tranquilidad, en una dicha sin nombre; mis temores, mis inquietudes, mis antiguas desconfianzas, todo había desaparecido.

Alguna que otra vez se rebelaba abiertamente contra Roger, quien sin la menor irritación, con paciencia infinita, continuaba su lección; poco después la rebelde discípula se arrepentía y humillaba, acusándose á misma, avergonzada de la injusticia hecha á Roger con su conducta.

Propúsose desde entonces tener mucha paciencia, observar, exagerando la prudencia, y prepararse a contrarrestar enérgicamente el influjo de su hermano cuando fuese necesario. ¿Qué determinaría esta necesidad? No era fácil adivinarlo.

No sólo con miradas y gestos provocativos les quemaban la sangre, sino también con picantes indirectas y con insultos groseros les ponían en el trance á cada instante de perder la paciencia y experimentar una nueva y vergonzosa derrota. Pero el más insolente, el más provocativo, el más fachendoso de todos era Toribión de Lorío.

Nos estrechamos cuanto fue posible, y el notario terminó su relato en esta forma: Judit había dicho: ¡Esperar!... y durante algunos días Arturo tuvo paciencia, confiando en recibir alguna carta, algún aviso... Volveré a verla, pensaba; ella vendrá, me lo ha ofrecido... Pero pasaban los días, las semanas, y Judit no iba. Seis meses transcurrieron de este modo, luego un año, después hasta dos.

El arte exigía paciencia, y sobre todo, fuerza, mucha fuerza. La voluntad era una inspiración. Mi marido continuó ella con desaliento no pasó de las obras de su juventud. Dio con éstas «todo lo que tenía de artista». ¡Y yo que le creía un genio!...

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando