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Actualizado: 10 de junio de 2025
¡Lo que es la ignoransia! decía con asombro a su apoderado . ¡Y yo que creía que too esto sólo era güeno pa los conventos!... ¡Lo que paese que lo apresia esta gente! Arriba encendíanse a su paso los globos de luz eléctrica, mientras en los cristales de las ventanas brillaban todavía los últimos resplandores de la tarde. Gallardo experimentó nuevas sorpresas.
329 Y son tantas las miserias en que me he salido ver, que con tanto padecer y sufrir tanta aflición, malicio que he de tener un callo en el corazón. 330 Ansí andaba como guacho cuando pasa el temporal; supe una vez por mi mal de una milonga que había, y ya pa la pulpería enderecé mi bagual.
Le envié una rasón pa que no hisiese pená a la gente, y el muy ladrón, en vez de haserme caso, avisó a la Guardia siví pa que me persiguiera. Totá: que le quemé un pajar, jice contra él otras cosiyas, y yeva más de medio año sin ir a Seviya, sin salí der pueblo, por mieo a encontrarse con el Plumitas.
¿Qué me taes, abuelita, qué me taes? preguntó, mirando con avidez a doña Paula, después de haberla abrazado por las piernas con tal ímpetu, que por poco da con ella en tierra. La muñeca, hermosa, que te ha arreglado la chacha. Muñeca no... muñeca pa Lalina... yo soy gande... yo quero un chocho. No tengo chochos aquí, vida mía respondió la abuela mirándola embelesada.
Que coste, señor alcalde..., y que se apunte todo pa el día de mañana que yo tome cuentas. DEMANDADO. Dé usted antes las que le piden, y no olvide que estoy resuelto á todo, incluso á enviar á los dos á un presidio. CLETO. Yo pido lo que es mío, porque me han dicho que se me debe.
512 Pa servir a un desgraciao pronta la mujer está; cuando en su camino va no hay peligro que le asuste; ni hay una a quien no le guste una obra de caridá. 513 No se allará una mujer a la que esto no le cuadre; yo alabo al Eterno Padre, no porque las hizo bellas, sino porque a todas ellas les dió corazón de madre.
Me lo ha dicho una compañera, que trabajamos ella y yo en ca el tapicero que ha traído muebles al entresuelo, pa ese señor que ha puesto el cuarto. No fue necesario más.
Esperamos al coche que volvía de Seviya, y el coche yegó. El compañerito, que tié unas manos de oro pa pará a cualquiera en er camino, le dio el alto al mayoral. Yo metí la cabesa y la carabina por la portesuela. Gritos de mujeres, yoros de niños, hombres que na desían, pero que paresían jechos de sera. Y yo dije a los viajeros: «Con ustés no va na.
Pues que si lo ha robado, si no lo ha robado ... Cuando yo digo una cosa.... Si estuviera aquí mi Blas, se vería si hay un hombre pa otro hombre murmuró, volviendo la espalda, la promovedora de aquel alboroto. Vamos, señores, aquí no se ha robao naa dijo el majo con decisión. Aquí están ustedes de más. Largo el camino.
Pa eso hay otros primero que tú, que tienes que atender al aparejo y á la lancha y á tu obligación. No diré que no me viniera bien uno ó dos ó medio; pero si no me le dan, ¿por qué le he de echar la culpa á quien no la tiene? ¿Y por qué en lugar de dar nos piden? Ese es otro cuento.... Y al último, al que no tiene el rey le hace libre. Ya te lo dirán de misas.
Palabra del Dia
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