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Actualizado: 21 de junio de 2025


Unos cuantos moros á caballo que salieron en la oportunidad, de la emboscada en que estaban tras las palmeras, sembraron el pánico cargando al tropel desmoralizado.

Lo mismo fue ver a las tres damas, que a Fortunata le entró un fuerte miedo. ¡Y ella que pensaba clavarles las puntas de sus dedos como garfios de acero! Lo que sintió era más bien terror, como el que infunde un súbito y horrendo peligro, y tan impotente se vio su voluntad ante aquel pánico, que echó a correr y alejose a escape, sin atreverse ni siquiera a mirar hacia atrás.

Kant le hacía ver que este enlace no es más que el encadenamiento no interrumpido de los cambios sucediéndose en el tiempo, que cada efecto es un cambio y cada causa también. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en que el tiempo ha comenzado. El pánico se apoderó de su alma como nunca.

Después que consiguió asegurarme como su víctima, se revelaron casi instantáneamente sus verdaderos instintos, que eran los de un hombre que vive a fuerza de sus infamias y para quien el corazón de una mujer no tiene valor alguno, y desde entonces hasta ahora, aunque el mundo creía que era soltera, y asistía como niña a todas las fiestas y reuniones del más brillante círculo de Londres, he vivido, sin embargo, constantemente presa de un terror pánico del hombre que por la ley era mi esposo.

El público vió al domador echando sangre, y se levantó despavorido y se dispuso a huir. No había peligro para los espectadores, pero un pánico absurdo hizo que todos se lanzasen atropelladamente a la salida; alguien, que luego no se supo quién fué, disparó un tiro contra el león, y en aquel momento insensato de fuga resultaron magullados y contusos varias mujeres y niños.

Hasta los papeles de Valencia hablaban de lo que sucedía en la huerta, donde al anochecer se cerraban las barracas y reinaba un pánico egoísta, buscando cada cual su salvación, olvidando al vecino.

Por lo dicho habia corrido en los pueblos un terror pánico y turbacion: mas, como el enemigo no solamente no se acercase á las montañas de San Miguel, sino que se declinaba de las estancias de Santa Catalina hácia el oriente, en las tierras de San Luis, mudaron de pensamiento, y siendo los primeros los Miguelistas, pasaron el bosque, se acamparon á su entrada, y enviaron fieles exploradores, que observasen con cuidado los movimientos del enemigo.

Creo que alguien, no dónde, ha emitido esta idea; tal vez la haya leído ayer mismo, pero no es plagio; la hubiera podido inventar. No obstante, así que mi imaginación se apacigua, un pánico irresistible se apodera de mis alegres ideas, y corren, vuelan, se escapan y desaparecen a menudo, sin que yo pueda alcanzarlas.

Tres veces repitió el mismo grito. Su voz poderosa llegó hasta los últimos confines de la romería produciendo en ella un estremecimiento de terror. Corrieron los niños á refugiarse entre las faldas de sus madres, desbandáronse los hombres, chillaron las mujeres, volcáronse las mesas de confites y las cestas de fruta. Un miedo pánico se apoderó de aquella muchedumbre tan alegre momentos antes.

Abres ahora los ojos y te encuentras horriblemente sola, sin familia, sin marido, sin . Fortunata, con un pánico semejante al de quien se está ahogando, agarrose a la falda de doña Lupe, y vuelta a soltar un raudal de lágrimas. «No, no, no... yo no quiero estar sola, triste de .

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