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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Así, después de haber dado rienda suelta a su enfado, se resignó la anciana dama a que Beatriz tomase lecciones de acuarela: por ende todos los días, entre una y dos de la tarde, instalábase la huérfana en una silla al lado de Fabrice para dibujar a la vista de éste, ya un paisaje, ya un motivo de arquitectura, si bien por atendibles razones de decencia, nunca se apartaron de debajo de las ventanas del castillo, donde, por otra parte, encontraban suficiente tema de estudio, ora aquel señorial edificio, ora en las rientes circunvecinas campiñas.

Ya se encargarán de dilucidarlo los que escriban el mencionado libro, ora consultando otros antiguos que deben de andar impresos, ora en vista de Memorias y demás documentos manuscritos que ha de haber en abundancia. Yo no quiero meterme en semejantes honduras.

Ora es una magnífica victoria que se para junto á la puerta para depositar á una familia devota; van á visitar á la Virgen del Rosario en su día favorito; los ojos de los curiosos se afilan para espiar la forma y el tamaño de los piés de las señoritas al saltar del coche; ora es un estudiante que sale de la puerta con la devocion aun en el rostro: ha pasado por el templo para rogar á la Virgen le hiciese comprensible la leccion, para ver si está la novia, cambiar algunas miradas con ella é irse á clase con el recuerdo de sus amantes ojos.

Jacobo escuchaba estupefacto la extraña salida de Diógenes, que pronunciaba su arenga babeando la ancha bocaza, dando golpes, ora en su propio pecho, ora en la mesa. ¿Y a qué viene todo eso? preguntó al fin Jacobo. ¿A qué?... A que dejes tranquila a tu mujer, porque sólo con pensar en ella la manchas.

Bajo otro aspecto, Francfort, en otro tiempo plaza fuerte, ha sido el objeto de cien combates y ocupaciones y de numerosos actos de violencia militar, ora en las luchas puramente germánicas, ora en las franco-alemanas ó las europeas.

Yo mismo me daba cuenta de que perdía en el camino, ora un pie, ora un brazo, ora parte del tronco... No me tomaba el trabajo de recoger estos órganos cuando los veía caerse, y los dejaba detrás de , porque iba muy apurado y sabía que ellos solos el pie, el brazo, la parte del tronco, volverían a incorporarse a mi persona. Además, todo era un sueño.

Con tal motivo, advierto á mis lectores, que no me fijo tanto, ora en la historia de los hechos, ora en su importancia privada, como en la influencia social que puedan ejercer, acerca de lo cual juzgo yo por las sensaciones que en producen. Entre los magníficos jarrones, floreros y varios utensilios de vajilla que hemos visto, voy á hacer mencion de dos figuras que pertenecen á otro género.

Ora son nubes aisladas á las que la corriente de aire frío hace cambiar de sitio; y entonces se las ve serpentear por los barrancos ó andar á lo largo de las aristas desgarrándose en las rocas agudas; ora son nubes grandes que tapan de una vez toda una pendiente, mientras á través de su masa espesa que aumenta ó disminuye, viaja ó se rompe, se ve de cuando en cuando una cima conocida, tanto más soberbia en apariencia, cuanto que parece vivir y moverse entre los vapores giratorios.

El motor de todo esto, ora todo esto sea eterno, ora haya sido creado por el motor, sobre lo cual vacila Hay, presenta razones en pro y en contra y no decide, es un motor único, supremo y anterior, si no cronológicamente, dialécticamente, a todo cuanto fue, es y será.

Los historiadores romanos, de quienes hemos recibido la mayor parte de las noticias, ¿no habrán mezclado mucho de favorable á su nacion, y de contrario á la rival? Aquí entra la duda, aquí el discernimiento; aquí entra ora el admitir con recelo y desconfianza, ora el desechar sin reparo, ora el suspender con mucha frecuencia el juicio.

Palabra del Dia

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