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Actualizado: 4 de junio de 2025
Ocurriósele al ver tanto libro, que su amante Pepe Castro no había leído ninguno de ellos, ni lo leería probablemente. Antes, le hacía gracia esta ignorancia: ahora la encontraba ridícula. Transcurrían los días.
Es un modesto dormitorio de campesino, con dos grandes camas. Las paredes no están empapeladas; vense descubiertas las vigas del techo... Hace cuatro años, cuando la Academia concedió al autor de Mireya el premio de tres mil francos, ocurriósele a la señora Mistral una idea. ¿No te parece que empapelemos tu alcoba y le pongamos cielo raso? preguntó a su hijo. ¡No, no! repuso Mistral.
Ocurriósele de pronto una hipótesis: acaso la viajera fuese una miss inglesa o norteamericana, provista de rodrigón y paje con llevar en el bolsillo un revólver de acero de seis tiros.
«Hola, D. Evaristo dijo deteniéndose un instante a estrecharle la mano . ¿Cómo va la salud...? ¿Bien? Me alegro... Conservarse... Muy ocupado... Junta en el despacho del jefe... Abur». Buen pelo echamos, ¿eh?... Sea enhorabuena. Yo tal cual. Adiós. Al quedarse otra vez solo, D. Evaristo arrugó el ceño. Ocurriósele una contrariedad que entorpecería su plan.
Ocurriosele una idea singular y terrible: contárselo todo a su marido. Ignoraba lo que esto daría de sí, pero por lo pronto provocaría un escándalo. D. Pedro era violento, gozaba de gran poder y prestigio. ¿Quién sabe el destrozo que la bomba podía causar?
Cuando, volviendo aún la cara, repetía entre sollozos el «mea culpa» de la penitencia infantil, «que no lo quería hacer», ocurriósele al maestro preguntarle por qué había dejado la clase dominical. Ella no quería deber nada a nadie que la odiase. Sí; ella le había dicho esto a Mac Sangley. «Sí, se lo había dicho». El maestro se rió.
Esto llevó bruscamente las ideas de doña Lupe a la verdadera causa de su ira. Ocurriósele hacer un reconocimiento en el cuarto de su sobrino, lo que agradeció mucho Papitos, porque de este modo tenía fin de inmediato el sofoco que estaba pasando. «Vete a la cocina» le dijo la señora; y no necesitó repetírselo, porque se escabulló como un ratoncillo que siente ruido.
La Pepa le vendía a los isleños los cueros de las nutrias y las plumas de los mirasoles que cazara. La Pepa le compraba las provisiones. La Pepa le hacía la comida... ¿Qué haría él ahora sin la Pepa? Ocurriósele que la gallega podría no estar muerta, y sólo desmayada, como que no se la había aún cubierto la tierra. Por eso fue a sacarla de la fosa y la tendió en el rancho.
Ocurriósele, para eternizar la memoria de aquel baile famoso, para grabar el recuerdo de aquellos trajes lujosísimos, para no separar nunca de su reina aquella aristocrática cuadrilla japonesa, reclutada por él mismo en los salones del Veloz-Club, prolongar la mascarada, transformándola en una especie de guardia de honor que sirviese y acompanase a Currita por todas partes, llevando alguna particular contraseña que la diferenciase del resto de los mortales.
Ocurriósele entonces presentarse en las oficinas de Correos y reclamarlo; pero allí le exigieron tales formalidades, que antes de pasar por ellas prefirió dejar correr la suerte. Pasó ocho días en gran zozobra.
Palabra del Dia
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