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Actualizado: 18 de julio de 2025
En la calle de Montmartre, cerca de la calle Feydeau, hácia el bulevar de los Italianos, hay una bollería. Pues bien, en esa bollería me han dado cuatro mercis por un bollo que valia un sueldo, ó sea tres ochavos. ¡Cuatro gracias por tres ochavos! ¡Ni á ochavo por gracia! Esto me aflige, me contrista, me ahoga; y como no puede menos de ser, me quita el gusto del trato social.
El angelote se empinó en la punta de los pies para alcanzar mejor el dinero, alargó a la vez ambas palmas, y las sumergió en el mar de cobre.... Las paseó mucho rato por la superficie sin osar cerrarlas.... Por fin hizo presa en un puñado de ochavos, y entonces apretó el puño fortísimamente, con la intensidad propia de los niños, que temen siempre se les escape la dicha por la mano abierta.
Era hombre de tan mala puntería que no daba ni al viento... De vuelta en Madrid, había empezado aquella vida matrimonial reglamentada, oprimida, compuesta de estrecheces y fingimientos, una comedia doméstica de día y de noche, entre el metódico y rutinario correr de los ochavos y las horas.
Como novelista, no sé yo que D. Luis Montoto, el escritor a quien aludo, haya publicado nada antes de escribir y de publicar la novela que lleva por título Los cuatro ochavos. Como poeta lírico le conocía yo y le estimaba en mucho desde hace tiempo. En el movimiento intelectual y en la actividad literaria de que es centro Sevilla, figura entre los más ilustres literatos.
Aquella multa era una amenaza para el calzado de sus hijos; iba á llevarse el montoncito de ochavos recogido por Teresa para comprar alpargatas nuevas á los pequeños. Al pasar frente á la taberna, se ocultó Pimentó con la excusa de llenar el porrón, y sus amigos fingieron no ver á Batiste. Su aspecto de hombre resuelto á todo imponía respeto á los enemigos.
Nuestra fiesta del Corpus vale poco, comparada con la de otros tiempos, y sin embargo, ¡cuántas economías hay que hacer en la Obrería para pagar los cuatro ochavos que cueste este extraordinario! Quedóse silencioso largo rato don Antolín, mirando fijamente a Luna, como si acabara de ocurrírsele una idea extraordinaria.
Palabra del Dia
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