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Actualizado: 2 de junio de 2025
Pues decir que no existe, sin embargo, sería negar la fe, y vive Dios que mejor quiero pasar que la fe y el ministerialismo sean cosas para renegadas que para negadas, por más que pueda haber en el mundo más de un ministerial completamente negado. El ministerial podrá no ser hombre; pero se le parece mucho, por defuera sobre todo: la misma fachada, el exterior mismo.
Mas á pesar de tales y otros defectos, no es posible negar que era un perro simpático y de excelente fondo. Desde la llegada de los condes á la Segada, había experimentado su vida algunas modificaciones que no eran de su gusto.
No era una exageración, decía Marta, pero era; allí estaba el parvenu, como le llamaba ella en francés, riéndose con malicia, segura de que sólo Minghetti podía entenderla. Sebastián le llamaba, también con risitas y en sus coloquios maliciosos con Marta, el inopinado. La Valcárcel, los primeros días de su derrota, cogía el cielo con las manos; no podía ya negar, pero protestaba.
No es esto negar que La verdad sospechosa sea una comedia de primer orden y de las muy raras, á cuya tendencia moral directa no perjudica en lo más mínimo la poesía.
El Magistral oyó con paciencia el discurso del médico y, por decir algo, dijo: No podrá usted negar que en esta casa el trato es jovial, franco; a cien leguas de toda gazmoñería. ¡Otra farsa! No sé quién diablos ha enseñado a mi prima esta comedia. El que entra aquí piensa que es calumnia lo que se cuenta de la rigidez monástica de este hogar honrado, pero aburrido. Las apariencias engañan.
Pero, con todo, no se puede negar que el diablo, por medio de los artificios de la moda, suele agregarnos a las mujeres algo que seduce, que trastorna; vamos, un no sé qué que sólo puede ser obra del diablo. Claro está que ello sucede cuando está acertado en la moda, lo que es muy raro en él, pues casi siempre el diablo está dejado de la mano de Dios.
No puedes negar su sangre: mujeriego, amigo de las perdidas, capaz por una cualquiera de comprometer la suerte de la casa... ¡Y yo, grandísima tonta, trabajando por ellos! ¡olvidando la salvación de mi alma, para lograr que llegues donde no llegó tu padre!... ¡Y cómo me lo agradeces!... ¡Lo mismo que aquél! con un disgusto a cada momento.
Doña Lupe no se atrevió a negar; tan abrumadoras eran las verdades que su sobrino manifestaba. «Verás... Tú no debes ocuparte de eso... Te concedo que vive, pero no sé dónde. Y en cuanto al embarazo, es error tuyo y de tu maldita lógica. ¡Vaya con la salida! El diablo cargue con tu lógica». Si insiste usted, querida tía, en hacer comedias, creeré que quien ha perdido el juicio es usted.
El canónigo quedóse al oir aquello todo confuso, pero reponiéndose comenzó á negar muy obstinadamente y tan cerrado, que el conde hubo de amostazarse y amenazarlo con dar cuenta del suceso al arzobispo y al Nuncio en Madrid.
Fuera de esto, no se podía menos de hacer justicia á Sorege, y Tragomer no podía negar que el amigo de Jacobo era un hombre perfectamente educado, instruído, elegante y de cara agradable, muy valiente, según había probado en diversas ocasiones, y de excelente consejo cuando se le consultaba un asunto difícil.
Palabra del Dia
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