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Actualizado: 1 de junio de 2025
No era una exageración, decía Marta, pero era; allí estaba el parvenu, como le llamaba ella en francés, riéndose con malicia, segura de que sólo Minghetti podía entenderla. Sebastián le llamaba, también con risitas y en sus coloquios maliciosos con Marta, el inopinado. La Valcárcel, los primeros días de su derrota, cogía el cielo con las manos; no podía ya negar, pero protestaba.
Poner en evidencia, en ridículo, en berlina, a tres... a dos personas respetables; porque el tal Pulidete era un parvenu, un cursi, un cualquier cosa, que se lo tenía todo muy bien merecido... Mentira parecíale que Pepe Butrón, un hombre de tanto talento, se hubiese tirado una plancha semejante, y sin duda fue el Pulidete quien le dio el mal consejo. ¡Proponer a María Villasis para presidenta!... ¡Si eso no se le ocurre ni al que asó la manteca!... Y claro está, sucedió lo que tenía que suceder: que la muy mojigata dio con todo al traste, pero con un atrevimiento, con una insolencia, aludiendo claramente a la pobre Curra, diciendo con una risita de mil demonios que su modestia le impedía ser ella presidenta donde había una vicepresidenta tan digna... Y la pobre Curra calló, calló por prudencia; pero bien se le conoció que quedaba sentidísima...
Salíamos de Bignon, era imposible codearme con aquel rastaquère guaraní! El Príncipe notó sin embargo mis señas y me decía: Comment! c'est un de vos compatriotes qui vous appelle, n'est-ce pas? ¿Qué podía yo contestarle?... Bah! non pas, mon cher prince, c'est un parvenu, je ne le connais pas. ¿Y cómo concluyó el incidente? preguntó el señor del monocle.
Palabra del Dia
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