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Actualizado: 18 de junio de 2025
18 y ratones de oro [conforme] al número de todas las ciudades de los filisteos [pertenecientes] a los cinco príncipes, desde las ciudades fuertes hasta las aldeas sin muro; y hasta la gran piedra sobre la cual pusieron el arca del SE
De pronto se le apagó al soñador su visión misteriosa encendida en el muro blanco del salón, sobre la cabeza rizosa de la niña. Exhaló un suspiro amargo, y bajó los ojos para mirar sus manos exangües, extendidas sobre las rodillas. Era cierto que estaba muy enfermo; ¿iría a morirse ya?...
He reemplazado el muro macizo que separaba el coro de la sacristía, por un follaje de piedra de mucho trabajo, imitando el de la capilla de Clisson en la iglesia de Josselin. Es mucho más ligero.
RUIZ. El mismo. ¡Ah! ¿Eres tú? ¿Ha llegado la gente? SOLDADO. Ya está cerca del muro, la puerta está guardada. RUIZ. ¿Cómo! ¡Alguno nos ha vendido tal vez? SOLDADO. El Rey ha salido esta noche de la ciudad. RUIZ. Algo ha sabido. SOLDADO. Sin duda. ¿Con cuántos hombres podemos contar dentro de la ciudad? RUIZ. Apenas llegan a ciento.
De otro modo, ¿por qué parecería algo intimidada y cuidaría de no volver la cabeza mientras que le murmuraba a su padre Silas breves frases relativas a los que estaban y a los que no estaban en la iglesia y a la belleza del fresco rojo de la montaña que se asoma tras del muro del presbiterio?
Los demás los campesinos que pasaban en sus cochecillos saltarines, los cocheros de punto procedentes de la ciudad, los ciclistas, siempre apresurados sobre sus máquinas silenciosas estaban habituados a ver el alto muro y no paraban en él la atención.
Queda la huerta. ¿Quiere usted verla? dijo el hermano con el deseo de prolongar algunos minutos más el trato con aquel señor que le escuchaba con tanta atención. Salieron á una huerta cerrada por un alto muro de piedra. En el fondo había una pequeña granja con sus vacas y cerdos, de los que hablaba el hermano con tierna admiración.
5 Después midió el muro de la casa, de seis codos; y de cuatro codos la anchura de las cámaras, en torno de la casa alrededor. 8 Y miré la altura de la Casa alrededor; los cimientos de las cámaras eran una caña entera de seis codos de grandor. 9 Y la anchura de la pared de afuera de las cámaras era de cinco codos, y el espacio que quedaba de las cámaras de la Casa por dentro.
Al lado derecho campea sobre esta misma faja un arco ornamental de once lóbulos, encerrado en otro arrabá cuajado todo de tracería relevada, sostenido por dos muy ligeras columnillas entregadas en el muro.
24 mas las asechanzas de ellos fueron entendidas por Saulo. 25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro metido en una canasta. 26 Y cuando Saulo llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo. 28 Y entraba y salía con ellos en Jerusalén;
Palabra del Dia
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