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Actualizado: 21 de julio de 2025
Esta enrojece como una amapola y temblando de emoción se lo entrega, mientras la desairada Telva se muerde los labios pálida de cólera. Nolo se acerca á Demetria y le hace igual petición. La niña se lo tiende con sonrisa melancólica. Luego, emparejados, se alejan departiendo entre los árboles. ¿Qué hacías tú mientras tanto, linda y burlona morenita?
Cuando el animal pincha, muerde ó destroza, hácelo con todo su ser, que aun al extremo de su arma conserva completa energía vital. Simplificación maravillosa. Esa cabeza une los ojos, los palpos, las pinzas y las mandíbulas.
Su cólera fué la del caballo de labor que rompe los tirantes de la máquina de trabajo, eriza su pelaje con relinchos de locura y muerde. El padre se indignó ante su determinación... ¡Un escándalo más! Julio había dedicado la mejor parte de su existencia al manejo de las armas. Lo matará decía el senador . Estoy seguro de que lo matará.
Si daban alguna recompensa, que fuese para el «chico de Vannes». Luego añadió, como si reflejase los pensamientos de su capitán: Da gusto navegar así... A nuestro vapor le han salido dientes, y ya no tendrá que huir como una liebre asustada... Que lo dejen hacer su camino en paz, porque ahora muerde. Todo el resto del viaje hasta Salónica fué sin incidentes.
Madres de familia, las que creéis que el cielo está arriba, no llevéis jamás a vuestras hijas a la cazuela. Rogad a Dios que las lleve Satanás al infierno antes; en el infierno estará más protegido su pudor, que en aquella galera donde vuela el chisme, enreda la intriga, muerde la calumnia y se ensaña la envidia.
La prueba resulta bien; pero al tendero no le basta. Con un ojo escudriñador y terrible que parece salirse de su órbita examina detenidamente las dos caras del duro. Luego vuelve a sacudirlo y, por último, lo muerde. Lo muerde con tal furia que debe de mellarlo. Y el duro triunfa. España es el país del mundo en donde un duro tiene más importancia.
Conoció á Juan, y se hicieron los más grandes amigos del mundo. Don Francisco es un hombre que vale mucho, y que podrá servir de mucho á Juan. Y cuando Quevedo, que es un hombre que estrecha muy pocas manos de buena fe, distingue y ama y no muerde con su sangrienta burla á nuestro hijo, mucho debe éste de valer. »Allá te lo envío: sale de aquí sin un maravedí y sin una camisa.
»Rogar a Dios que nos envíe la muerte, esperarla como una salvación, desearla como una recompensa, ¿no es casi como dársela? ¿Es acaso tan grande la distancia que separa la vocación ardorosa del acto? Si el acto es una culpa ¿cómo podrá ser consentida la intención suplicante?... »No tendré que esperar mucho; la obra de destrucción está ya adelantada: el dolor muerde mi pecho con mayor saña.
De todas maneras, es de extrañar este laconismo de nuestra heroína, que sabe entretener la pluma en asuntos bien insignificantes, y no se muerde la lengua cuando tiene que declarar faltas enormes. Pero en materia de escrúpulos, ¡hay tantas rarezas incomprensibles! Quien pudiera sacarnos de la duda era su doncella; pero ni la conozco, ni existe, que yo sepa, la historia de su vida y milagros.
Combatía tenazmente como la hormiga que muerde sabiendo que va á ser aplastada, como la mosca que ve el espacio al través de un cristal. ¡Ah! la vasija de barro desafiando á los calderos y rompiéndose en mil pedazos tenía algo de imponente: tenía lo sublime de la desesperacion.
Palabra del Dia
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