United States or Denmark ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era el primero de ellos un caballero armado de punta en blanco, que montaba brioso corcel negro con blanca estrella en la frente. Parecía el jinete de corta estatura pero robusto y ancho de hombros, y llevaba calada la visera, sin empresa ni blasón sobre el blanco arnés ni el liso y bruñido escudo.

A veces, bajo el influjo de una gran contrariedad, o acongojado por la timidez amorosa, estaba cierto, puesto que recibía la sensación, de que se le erizaban los cabellos del peluquín. ¿Qué podía ser esto, sino que el espíritu del difunto montaba en cólera contra el profanador de sus restos mortales?

Muchos días buenos salía de pesca o de paseo; otros iba de caza o montaba a caballo. Esta vez no había traído más que dos, uno de tiro para un tílburi, y otro magnífico de silla. El secretario, cuando iba de paseo, montaba en uno que don Rosendo había puesto a su disposición. Con la familia de éste mantenía cordiales relaciones; pero sólo había ido a Tejada tres veces en quince días.

Por mucho que lloviese, Novillo no dejaba de venir a la Rúa Ruera, bien provisto de chanclos de goma, polainas de cuero, un impermeable con capucha y, además, un paraguas abierto. Se guarecía en un portal, y allí montaba la centinela a la soberana de su corazón. ¿Qué habría sucedido ahora?

Así que se presentaba este síntoma de aburrimiento, la enfermedad se declaraba en él con tal violencia que no se pasaron tres minutos sin que se alzase bruscamente de la mecedora y les dijese adiós. Cuando Gustavo montaba sobre uno de estos asnos no se hartaba nunca de hacerle correr.

Tenía los nervios tan excitados, que con la palabra más insignificante se le disparaban y montaba en furiosa cólera. Además, por el interés vehementísimo de triunfar de su padre, crecían sus coqueterías con Escosura, recién nombrado ministro. Esto era, como debe suponerse, lo que más desgraciado hacía al joven entomólogo.

El que lo montaba tenía una balanza en la mano para pesar el sustento de los hombres. Era el Hambre. El cuarto animal saludaba con un bramido la rotura del cuarto sello. «¡Salta!» Y aparecía un caballo de color pálido. «El que lo montaba se llama la Muerte, y un poder le fué dado para hacer perecer á los hombres por la espada, por el hambre, por la peste y por las bestias salvajes