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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Si éste es el mueble indispensable de una mujer de moda, también es la desesperación del poeta, del hombre de mérito, del amigo. Siempre se espera mucho del talento, y nunca es más difícil lucirlo que en semejantes ocasiones.
Ríanse del traje en buena hora, que en cuanto sean despachados los mosquitos que zumban más allá del caño de Sancti-Petri, volveremos acá y haremos que los redactores del <i>Semanario Patriótico</i> se vistan de papel impreso, que es la moda francesa que más les cuadra.
Hacia una parte había dos que eran nada menos que las señoritas Gunn, las hijas del negociante en vinos de Lytherley, vestidas a la última moda, con las faldas más ceñidas y las batas más cortas de talle. Las estaba examinando la señorita Ladbrook de los Prados Viejos con una vergüenza fingida no exenta de una contrariedad secreta.
Pensando, pensando, pensando no sé si con acierto, pues a veces se acierta menos cuanto más se piensa yo creo haber llegado a descubrir el diablo aderezador a que se refiere Shakespeare. Este diablo es la moda. No me cabe duda: la moda surge de las inspiraciones del diablo.
En las bóvedas subterráneas del templo reposan en tumbas de mármol todos los que fueron monarcas de la Francia. Los mercados de Paris son tambien dignos de ser vistos . La moda de los pasajes, fuerte en Paris, mas que en parte alguna, embellece extraordinariamente la capital. Existe un gran número y todos por la noche brillan como una ascua con su pródiga iluminacion de gas.
Esto basta para apreciar que el duque tenía todavía fijas en el magín raíces de ideas viejas; pero, a pesar de todo, podía considerársele como demagogo comparado con su hechicera consorte. La duquesa era el prototipo de la dama aristocrática, que sólo en las cuestiones del amor y de la moda transige con el progreso.
Sorbete Josefina García estaba aquella noche muy compuesta y emperejilada en el paseo de las Filas, y la acompañaban las de Sobrado. Cuanto se ponía Josefina ajustábase siempre a los últimos decretos de la moda, no sin cierta exageración y nimiedad, que olía a figurín casero.
Pero como la moda está formada de cambios bruscos y contrastes violentos, al día siguiente mostraba una segunda falda, tan estrecha y ajustada como la funda de un espadín, y apenas si podía marchar, saltando lo mismo que un pájaro. Su rostro también pasaba por estas extremadas transformaciones.
Ante sí tenía a uno de estos hombres a quien su sexo califica en términos vagos de simpáticos, esto es, correcto en todos los superficiales accesorios de moda, vestido, ademanes y de figura agradable.
No me hubiera detenido tanto si, por una parte, no estimase mucho el ingenio de usted y no sintiese sus extravíos, y si, por otra parte, no viese yo en estos extravíos el resultado de malas teorías estéticas, y de una escuela de moda que es menester combatir.
Palabra del Dia
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