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Actualizado: 8 de junio de 2025


En este año y en el siguiente fueron contínuas en la catedral las rogativas por la felicidad de las armas católicas contra el rey de Suecia y los hereges de Alemania. En la cuaresma de este año se introdujo cantar en el campo santo un Miserere á que concurria de noche gran muchedumbre de ambos sexos, originándose de aquí algunos desórdenes.

Esperad que la recuerde... Era triste..., triste como un miserere. No puedo acordarme, Juan Claudio, pero me parece oírla todavía, pues nos heló la sangre. Y como Yégof no cesara de reír, la cólera se apoderó a la vez de toda la gente, que lanzó un grito terrible.

Parpadea la luz trémula. Y de súbito se apaga, entre espasmos convulsivos de un cuerpo que lento muere. Sigue el viento en mi aposento que de negruras se embriaga, mascullando monofónico un extraño Miserere. Bisayo. Fundador y codirector, ahora, con Francisco Varona, del diario "El Debate". Destaca como soberano prosista y escritor político. Ha escrito algo para el teatro.

Se sabe, , que entre el oído, el cerebro y los labios de Juan Bou, andaba vagamente un sonsonete que decía: Los curas van alumbrando el Miserere rezando. Isidora había secado sus lágrimas. Para poner fin a tan fastidiosa escena, lo mejor era marcharse. «Yo no puedo detenerme más» dijo andando lentamente hacia la puerta. Bou no contestó nada, ni hizo movimiento alguno. «¿Viene usted?».

Doña Lupe, que pasó a ver a la difunta, se afectó tanto, que no pudo permanecer allí. «Hija mía dijo a su sobrina secreteándose , yo no puedo ver estas cosas fúnebres. Creo que me va a dar algo. La muerte me aterra, y no es que yo sea aprensiva. No me causa espanto ninguna enfermedad, como no sea el mal de miserere. Es lo que temo... En fin, que yo me voy de aquí al Monte.

Pero si un sueño muere y la quimera amable nos olvida, cada cosa es un dardo que nos hiere, y lloran no qué miserere las cosas de la vida.

Duran las tinieblas hasta las oraciones, a cuya hora, al tiempo del Miserere mei Deus, cerradas las puertas y apagadas las luces, se azotan rigorosamente los indios; poco después se hace plática de pasión en el idioma guaraní, la que, acabada, se dispone la procesión en esta forma.

Los niños de las escuelas, olvidados de la tristeza ambiente, cantaban el De Profundis, y se sonreían los unos a los otros; en seguida los coristas, muy graves también, con sus sobrepellices blancas, entonaban el miserere.

Palabra del Dia

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