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Actualizado: 7 de julio de 2025
Como por sí mismos en este estado alcanzan poco, miran á sus padres como únicos Maestros; y como están sujetos á ellos, les sujetan tambien el entendimiento, porque en esto tiene gran parte la autoridad. [Nota a: Segnius irritant animos demissa per aures, Qu
Entonces los dos indios cesan de remar, se cruzan de brazos, miran con serenidad el turbulento espacio que les rodea y altivos hasta en la muerte, como es propio á los héroes, desaparecen en la inmensa tromba.
Tienen la cabeza ancha, las antenas breves, los ojos saltones, las alas diáfanas. Son graves, sacerdotales, dogmáticas, hieráticas. Se reposan un momento; saludan un poco desdeñosas a los árades agazapados en las grietas; miran indiferentes a las hormigas diminutas que suben rápidas en procesión interminable.
Tienen que esperar la crecida que ponga en movimiento los troncos atascados; pero entonces, éstos, arrastrados demasiado pronto y demasiado rápidos, suelen salvar las márgenes y se van á lo lejos á correr mundo, á pesar de los obreros que los miran codiciosos al pasar.
Bueno; aguardaría a llegar a aquella esquina, y una vez en ella, ¡zas! soltaba su demanda, aunque cortase a Tónica en lo mejor de sus confidencias. Ya estaban en la esquina. ¡Allá va...! Pero no; no hablaba. Iba tras ellos un señor por la acera, resguardándose de la lluvia; podía oír su declaración... ¡y quién sabe de lo que son capaces esas gentes burlonas, que miran el amor como cosa de risa!
Los supersticiosos creen que las jóvenes, que bañan esa noche sus pies en un barreño de agua, y dejan flotar sus cabellos al capricho de los vientos, averiguan por ciertas señales quién ha de ser su esposo. Pedro se ingenia de manera que muchas labradoras, que hacen este experimento, conozcan por ciertas señales á los que miran por amantes y los escuchen con benevolencia.
Mas nunca lloran su ilusion perdida Los que se van en medio de la vida Para encontrarse en brazos de su Dios, Porque siempre se miran en la mente Como cuando esclamaron tristemente Al dejarte por siempre: ¡Adios! Adios!
Cuando acabó de leer estaba pálido, y la vaga y temerosa mirada que arrojó en torno expresaba la desconfianza, el temor que hace creer a todo criminal, aun en medio de un desierto, que le miran y le acechan ojos escrutadores.
A la llegada de los dos santos, toda la ciudad se reunió en la plaza, como para oir y admirar la palabra de aquellos virtuosos varones. San German habla á la multitud, y en medio del profundo silencio y de la profunda veneracion con que le escuchaban, se oyen sollozos. San German calla, las gentes se miran, se interrogan, buscan.... La que lloraba era una muchacha de Nauterre.
¿Veis á ese hombre á quién miran con desvío ó indiferencia sus antiguos amigos, á quien profesan odio sus allegados, y que no encuentra en la sociedad quien se interese por él?
Palabra del Dia
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