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Actualizado: 19 de julio de 2025


Un interminable cordon de carros cargados de harina y trigo, ó mercancías extranjeras, tirados por yuntas de bueyes, le daba grande animacion á la carretera; miéntras que en el lado opuesto se veían los escombros de las rocas voladas por la mina, y los numerosos obreros trabajando en las alturas abruptas en la nivelacion del terreno, la apertura de muchos túneles y el establecimiento de algunos rieles.

No he conocido jamas ciudad tan triste y solitaria como Malínas, circunstancias tanto mas extrañas cuanto que á dos pasos de la antigua ciudad reina en la estacion del ferrocarril un movimiento prodigioso de viajeros y mercancías de todos los puntos de Bélgica y del exterior, que afluyen al punto céntrico donde se enlazan todas las vias férreas para distribuirse en muchas direcciones.

Había, no obstante, un personaje que no llevaba bien aquel alboroto, sino que estaba escandalizado de la constante huelga, si bien lo disimulaba y sufría porque era prudentísimo. Era este personaje el administrador o comisionista encargado de las mercancías y de sus ventas, compras y cambios.

Allá se agitan los negociantes y corredores en mil especulaciones de simple crédito, ó de compra-venta, cuando no en el exámen de las mercancías; y todo es actividad, trabajo, movimiento incesante en aquella Babilonia de gentes, buques y mercancías. El Dock no es solo un establecimiento comercial y creado para el servicio de la navegacion: es tambien un elemento poderosísimo de crédito.

Parecen aquellos que no valen menos ni más que el premio ó la mencion; no parecen más mercancías que las que convienen al negocio. Al volver una tarde de Passy, tomamos un coche cerca de las barreras del arco del Triunfo; era de dos asientos, y un amigo que nos acompañaba tuvo la bondad de subirse al pescante, mientras que mi mujer y yo ocupábamos el interior del carruaje.

UNA VOZ. Si el hermano no está presente, ni un real de esas mercancías entrará en mis cofres, ¡Dios me salve! pero el superior del convento de San Juan hace muy mal en emplear a semejante descreído para desembarcar su contrabando, y aunque tenga allí un fraile para bendecirlo y para borrar las garras de Satanás, soy de opinión que tarde o temprano seremos castigados por traficar con un excomulgado. ¡Amén!

Como de ordinario, multitud de carros, bultos de mercancías, básculas, corredores, dependientes, comerciantes, marineros, pescadores, vagos y curiosos forasteros, en el más agitado y bullicioso desorden, le hacen intransitable desde la Ribera al café Suizo. Fijémonos un momento en este último punto, como el más despejado.

Abu Hafáz tenía naves propias, que iban a los puertos de Levante a proveerse de mercancías. En una tarde de primavera entró en el bazar de Abu Hafáz una dama tapada, acompañada de su sirvienta.

A lo largo de los malecones de una y otra margen se mantiene un extraordinario movimiento de carros y mercancías; y en tanto que allí hormiguean los mozos de cordel en incesante actividad, los millares de marineros llaman la atención desde el rio, con sus maniobras y evoluciones en lo alto de los mástiles y las vergas.

Mientras tanto viene un demonio, levanta una tienda para despachar sus mercancías, se chancea con el Tiempo y el serafín, y sostiene que no escasearán los compradores de sus géneros. Mercurio cita luego á Roma, que representa á la Iglesia, la cual vende la paz de las almas, y contra esto protesta tan enérgicamente el demonio, que obliga á Roma á descampar.

Palabra del Dia

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