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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Las labores delicadas, como costura y bordados, de que había taller en la casa, eran las que menos agradaban a Fortunata, que tenía poca afición a los primores de aguja y los dedos muy torpes. Más le agradaba que la mandaran lavar, brochar los pisos de baldosín, limpiar las vidrieras y otros menesteres propios de criadas de escalera abajo.
El tío Goro aparecía siempre solo. El joven le ayudaba con solicitud en todos los menesteres que el ganado y el cuidado de su campo exigían, procurando captarse su afecto, pero no osaba preguntarle por ella. Poco á poco el deseo de verla se fué convirtiendo en anhelo, luego en afán irresistible. No sabía lo que le pasaba; ni tenía aliento para trabajar ni para divertirse en las romerías.
Aguarde usted un poco. ¿No le sabría mejor el tabaco mojando la punta en ron, pongo por caso, o en coñac? Es posible, o en un chapurradito de los dos. No había dado yo en ello, ¡vea usted! ¿Sabe usted si lo hay en casa? Respondo de que vino a ella un buen surtido de esa clase de menesteres. ¡Catana! ¡Catana!... ¡El ron y el coñac... y unas copitas con ello! Visitas
Las cañas del batalan de la casa de Tintay y las de la mía, no digamos que se besaban, pero sí se arañaban unas á otras. Tintay salía con frecuencia al batalan, yendo unas veces en busca de menesteres de una casa arreglada, y otras á hacer menesteres ajenos á la casa.
Como hija del pueblo, no quería ser menos que la señora de la grandeza en aquellos bajísimos menesteres... «Quite usted allá, por Díos, hija... replicó la santa . No faltaba más; no lo consiento... de ninguna manera. ¿Es que quiere usted ayudarnos? Pues si tan buen deseo tiene, barra la sala, que va a venir el médico».
Porque una mañana, levantándose el triste en camisa, subió a lo alto de la casa a hacer sus menesteres, y en tanto yo, por salir de sospecha, desenvolvíle el jubón y las calzas que a la cabecera dejó, y hallé una bolsilla de terciopelo raso hecho cien dobleces y sin maldita la blanca ni señal que la hobiese tenido mucho tiempo.
Un largo remo que sirve de timón y un balancín, compuesto de una ancha tabla que pasa de babor a estribor y que, sobresaliendo mucho de los costados del barco, tiene sus extremos provistos de sendos flotadores que descansan en el agua, completan los menesteres de estos pequeños veleros.
Mariquita León quiere ser, y casi lo consigue, el prototipo de la rica hembra de nuestros tiempos, no hidalga de alto linaje ni señora de siervos del terruño y de fortalezas y castillos, sino democrática labradora, que ella misma ordeña sus vacas, hace los quesos y se emplea en otras domésticas faenas y rústicos menesteres.
Durante unas semanas Tragomer vivió como en campaña, ocupándose de esos menesteres, comiendo en el círculo y viendo tan sólo á sus parientes y á algunos amigos íntimos. La comida en que había encontrado á Marenval era la primera de ese género á que asistía. Le había llevado Maugirón y Tragomer no sospechaba las consecuencias que iba á tener aquella fiesta á la que concurría sin propósito alguno.
Me ha dicho esta mañana Ballester que tiene algo de reblandecimiento cerebral. Ofrecíase a hacer compras de que doña Lupe tenía necesidad, e inventaba menesteres que motivaran una salidita. La taimada viuda de Jáuregui comprendió que una sujeción absoluta sería perjudicial, y empezó a darle libertad.
Palabra del Dia
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