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Actualizado: 6 de julio de 2025


Marcela ruega de nuevo al Salvador que no deje impune al delincuente que la ha deshonrado, y, según parece, sus ruegos han de ser cumplidos.

Mientras uno es joven una mujer de veinticinco años le hace feliz. Cuando lleguemos a viejos acaso una botella de Jerez de igual edad nos haga el mismo efecto. Pero oye dijo una de las chicas del Real-Saludo al oído de su hermana , ¿Narciso Luna es joven? Naturalmente respondió la otra . ¿No has oído que Marcela Peñarrubia tiene veinticinco años?

-Pues sabed -prosiguió el mozo- que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquélla que se anda en hábito de pastora por esos andurriales. -Por Marcela dirás -dijo uno.

También llegaron a nosotros las oraciones fúnebres que en tal ocasión pronunciaron los más famosos predicadores del tiempo. El cortejo fué llevado por la calle de Cantarranas para que Marcela pudiera verlo desde su convento.

La monja que más empeñadamente abogaba porque se las dejase zarandearse un ratito era Sor Marcela, que por su cojera y su facha parecía incapaz de apreciar el sentimiento estético de la danza.

En el acto segundo vemos á D. Juan, desesperado por la infidelidad de su amada; hasta la prueba de afecto, que le ofrece, entregándole todos los regalos recibidos, se estrella en su incredulidad, y resuelve, por tanto, hacer la corte á otra beldad, llamada Marcela.

El mismo año, Marcela, el otro fruto de los amores con Micaela, tomó el velo en las Trinitarias descalzas, profesando en febrero de 1621.

No parece por ninguna parte dijo Fortunata, que por orden de Sor Marcela había bajado en busca de su amiga . Arriba no está. En los dormitorios de las Filomenas había gran tráfago.

Marcela Peñarrubia no pertenecía a ninguna de las tres categorías. Su esfera de dominación no salía del noble recinto de la poesía. Sus aristocráticas amigas sabían que nada lograba halagarla más que pedirle el recitado de alguna composición romántica y se lo pedían por darle gusto, aunque ellas no lo sintiesen muy vivo.

Recareda dijo volviéndose a una de sus hijas, enseña el pañuelo de que hemos hablado el domingo pasado a tu amiga Marcela. La hija, que era ya una mujer bien ajada, próxima a los cuarenta, se apresuró a cumplir la orden sacando de un estuche que descansaba sobre la chimenea un pañuelo de narices bordado.

Palabra del Dia

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