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Actualizado: 15 de octubre de 2025


D. Pedro 4.º que por esto se llamó el Ceremonioso, el cual escribió puntualísimamente todo cuanto debia egecutarse en las coronaciones de los reyes y de las reinas, descendiendo hasta los pormenores mas insignificantes , como que llega á marcar los adornos de cada sala, y como se había de servir la colacion de vino y confites segun puede verse en estas ordinaciones que traen el P. Murillo y Blancas.

De ellos, y de su propio estudio, había aprendido Morsamor, y algo se le alcanzaba del uso del astrolabio, del cuadrante, de la brújula y de otros instrumentos y de la manera de marcar el punto en que un barco se halla.

Su vista recorría aquella nuca rematada por la apretada cabellera rubia, como una cimera de oro; el cuello blanco, redondo, carnoso; la espalda amplia y esbelta, oculta, bajo una blusa de seda azul, adelgazando sus líneas rápidamente en el talle y ensanchándose después, para marcar el contorno de las caderas bajo la falda gris ajustada en armónicos pliegues como los paños de una estatua, y por cuyo borde asomaban los sólidos tacones de unos zapatos ingleses, encerrando el pie pequeño, ágil y fuerte.

Que D. Amadeo, cansado de bregar con esta gente, tira la corona por la ventana y dice: «Vayan ustedes a marcar al Demonio». ¡Todo sea por Dios! exclamó Guillermina dando un suspiro y volviendo imperturbable a su trabajo. Jacinta pasó al salón, más que por enterarse de las noticias, por ver a su marido que aquel día no había comido en casa.

Seguido siempre y nunca alcanzado, pero tampoco en salvo, se precipitaba en la iglesia, subía por las paredes, bajaba por los empolvados altares, y la plebe subía y bajaba con él. Se metía al fin entre las hojas de los misales, como una cinta de marcar, y allí, en aquel doblez seguro, le seguían también las manos armadas de puñales. Las navajas brillaban entre las doradas letras.

Al entrar las señoras tiraban cada una de su cordoncito para marcar la asistencia de este modo, y las amigas se encargaban algunas veces de hacerlo por las ausentes, engañando á las monjas, que, terminada la reunión, examinaban la lista con una curiosidad meticulosa.

Antes se llevaba la administración con una sencillez patriarcal, pero ahora los jornaleros eran quisquillosos y desconfiados. Además, había que marcar bien los días que eran por entero de trabajo, aquellos en que la faena sólo duraba medio día por la lluvia, y los de lluvia completa, en los que la gente se quedaba en la gañanía, comiéndose sus gazpachos sin hacer nada.

Yo no propongo tal acusación, me limito a presentarla como lógica consecuencia que se sacaría, siguiendo el método empleado por un prelado hablando nada menos que a sus sacerdotes, en una pastoral destinada a marcar una orientación en la mentalidad de su clero y de sus feligreses.

Palabra del Dia

aprietes

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