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¡Maldígate Dios, racimo de horca! dijo el sargento mayor á Aldaba ; hace una hora que me tienes esperando. Vuesa merced sabe que hay cosas que no se hacen por el aire; después que vi á vuesa merced y me dió el recado, he tenido que comprar el pañuelo. Por cierto que he tenido que poner algunos maravedises. No hay que hablar de ello. ¿Y le has hallado como convenía?

No reina la misma uniformidad de pareceres, y aun son muy distintas las versiones respecto á cierta cadena que hermoseaba su chaleco, pues aunque todos convienen en que era de double, hay quien asegura ser alhaja de familia, y haber pertenecido á un magnate de la casa, que fué virrey de Napóles, donde la compró á unos genoveses por un grueso puñado de maravedises.

Dada cuenta al Cabildo de esta peticion, «los dichos asystente y oficiales fablaron sobrello. Et finalmente encomendaron y mandaron al jurado alfon garcía, escribano del dicho cabillo quel se informe y sepa si los dichos judíos solían pagar y pagauan los dichos cinco mil maravedises y ello por él sabido faga relaçión para el primero día de cabillo

Requirió su bolsa Cervantes, y hallose con que sólo tenía en ella tres reales sencillos y cinco cuartos con tres maravedises segovianos, que la pobreza era en él cosa continua, y las pagas del ejército no andaban tan prestas como hubiera sido menester.

Llegaron a esta ciudad Fray Juan y Fray Pedro frayles del monasterio de Santa Catalina de Monte Sinay, que venían pidiendo limosna por todo el mundo, porque la çibdad más cercana a su monasterio era la de Damasco la cual había sido destruida por el rey ¿moranto? con otras gentes entre las que había grandes guerras y asi habían perdido su mantenimiento. Se le dieron 500 maravedises de limosna.

Y sin embargo, no tuvieron empacho en dar 30 maravedises á los juglares que amenizaron la reunión con sus músicas y cantigas.

Trajo á Sevilla la noticia de la toma de Zamora, Diego Sedeño, mozo de espuelas del rey, al cual se dieron 11000 maravedises. De Medina del Campo á 26 de Diciembre escribió á la ciudad el rey católico para que buscasen al jurado Juan Alemán que mató con asechanzas al salir de palacio á Alfon Nuñoz físico del rey.

A la vez que así nos sacaba roñosos maravedises para su majestad, echóse su señoría a pesquisar a todos los empleados que tenían manejo de fondos públicos; y tal revoltijo y gatuperio hallaría en el examen de algunas cuentas, que plantó en chirona a encopetados personajes responsables de éstas.

Las dádivas que Sevilla hizo á sus Reyes y á las personas de su numeroso séquito, capellanes aposentadores, reposteros de camas, trompetas, mozos de espuelas, reyes de armas, ballesteros de maza, cetreros, reposteros de capilla, monteros de espinosa, reposteros de plata, mozos de cámara y coperos; los enormes dispendios causados para la compra de las telas de brocados, sedas, terciopelos con que fueron ataviados los señores del Concejo, las que se invirtieron en el riquisimo palio que había de cobijar á los monarcas, y por último, lo que se gastó en lidiar toros y en las justas, montó más de 200000 maravedises y de todo, al por menor, dimos noticia en nuestro folleto «Los Reyes Católicos en Sevillapor lo cual omitimos su repetición, pues, nos proponemos consignar en este artículo solamente datos inéditos.

Hiciéronse en esta ciudad las exequias por el rey D. Juan II y mandó el Concejo que se diesen al Bachiller Anton González, procurador de los Sres. Dean y Cabildo de esta Sta. Iglesia 2000 maravedises, en enmienda del afán y trabajo que tomó. Entró en Sevilla Enrique IV con la reyna Juana.