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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Encontróse acaso el P. Machoni en una ocasión con algunos de estos bárbaros que llevaban á enterrar á la madre de uno de ellos difunta, que poco antes se había convertido á nuestra santa fe, y con ella querían enterrar á un hijito suyo de pocos meses, porque ninguna india, aun sus parientas, quería tomar el trabajo de criarle: quitósele luego de las manos el Padre y por más que con la paga por delante se lo pidió y suplicó, ninguna se movió á compasión; por lo cual se vió obligado mientras vivió el niño á mantenerle con leche de cabra ú oveja, no sin increíble dolor, viendo entre tanto á muchas madres tener pendientes de sus pechos gran número de perritos para que no se muriesen de hambre.
Hubiérase resistido a seguirle, si no le empujaran a ello los parientes con quienes vivía, los cuales no tenían maldita gana de mantenerle el pico. Pronto vio que todo lo que ofrecía Juárez el negro era conversación.
Muéstrase defensor de la humanidad, pero al hombre para mantenerle solo le procura lo que le destruye. Mírale por la parte de lo sensible, y por este lado le levanta, dándole licencia para quanto le sugiere el apetito y el gusto: no le mira por la parte de la razon, ni del juicio, y por eso se abstiene de darle buenas máxîmas.
Al cabo de algunos días, y después de curarse la herida de la cabeza, determinó dejar la casa de su hermano y trasladarse al pueblo, donde el tabernero se acomodó a mantenerle, lo mismo que a su otro huésped, el excusador de la parroquia, por un módico estipendio. Varias razones tenía para cambiar de domicilio.
Contestóles Reseguin verbalmente en los términos mas benignos y eficaces para consolarlos, y no obstante su corto número de tropas, determinó dejarles á D. Joaquin de Soria, teniente del regimiento de infanteria de Savoya, oficial de acreditado espíritu y conducta, con 25 veteranos y salteños: destacamento que le pareció suficiente, así para tranquilizarlos, como para sostener la expedicion, que de aquellas propias milicias habia dispuesto entrase en la provincia de Lipes, con las miras de hacer presos á los cabezas principales de aquel levantamiento, libertar la muger del difunto corregidor, que aun mantenian prisionera, vestida á su uso, y en servicio de una de las indias principales, y tambien para acabar de afianzar la quietud de aquellos naturales, cuyas turbaciones se daban las manos con las de la provincia de Porco, que suscitaban en Yora, Tomabe y otros pueblos, algunos ánimos inquietos: las que dieron no pocos cuidados y desvelos á la imperial villa de Potosí, que se vió muchas veces amenazada de ser invadida por aquellos insurgentes, cuyos temores tomaban mayor incremento, por la impericia militar y natural en un Gobernador togado, que sobresaltaba y precavia mas de lo que era necesario, para las amenazas que diariamente le dirigian los rebeldes, con el fin de mantenerle en continuo subsidio, hasta que las acertadas operaciones de Reseguin hicieron calmar todos los recelos, como lo espresa el mismo Gobernador D. Jorge Escobedo, en carta de 9 de Abril de 1781, en que lo dice aquel Ministro: "Confio se restablezca la quietud de estos lugares, porque ya parece manifiestan el miedo, que los primeros pasos de Vd. les ha dado; pues ayer hubo carta, en que piden se interceda por ellos para el perdon, y en Tomabe podrán á estas horas estar presos los principales."
Entre los hombres envilecidos que el gobierno femenil empleaba como máquinas de trabajo eran muchos los que habían abierto sus ojos á la verdad, pero lo disimulaban fingiendo seguir en su antiguo embrutecimiento. Ra-Ra contaba con el auxilio de muchos partidarios, que se encargaban de mantenerle oculto.
Palabra del Dia
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