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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Desea justar con los cinco mantenedores ingleses, y con las armas que cada uno de ellos prefiera y elija. Grande es su confianza, á lo que veo. Pero no es bien prolongar su espera ni tenemos ya mucho tiempo disponible, pues el sol se acerca al ocaso. Á vuestros puestos, caballeros, y veamos si este desconocido iguala con la alteza de sus hechos la arrogancia de sus palabras.
Llegó á Babilonia el dia que para acertar las adivinanzas, y responder á las preguntas del sumo mago, estaban ya reunidos en el principal atrio del palacio todos quantos habian combatido en el palenque; y habian llegado todos los mantenedores de la justa, ménos el de las armas verdes.
El mismo escritor nos refiere: «que de cada parte de estas telas, estaban puestos sus paramentos de cendal verde sobre su casa de madera, é en cada canto habia un estandarte, é una lanza de cendal verde, y de cada parte habia ocho varas en canto de las dichas ocho telas cerca de los paramentos, de manera que habia diez y seis casas con sus paramentos, y los mantenedores estaban de parte del adarve en que se hallaba colocado el Rey.» Los infantes encomendaron el cargo de mantenedores de las telas á Diego Lopez de Sandoval adelantado de Castilla, á D. Fernando de Villena, á Mosen Bernal Centellas, á Luis de la Cerda, á Mosen Francisco Maza y otros, que tenian tambien otras personas que les auxiliasen.
Esta cualidad, fertilísima, omnímoda y preexcelente dentro del libro, se transforma en enemiga tenaz, á veces invencible, del novelista, cuando éste, sin verdadera vocación, y atraído sólo por las ganancias pingües que suele reportar el teatro á sus mantenedores, trata de encerrar las frondosidades de su fantasía dentro de los prietos moldes de la comedia.
Al dia siguiente, sentada la reyna baxo un dosel guarnecido de piedras preciosas, y llenos los anfiteatros de todas las damas y de gente de todos estados de Babilonia, se dexáron ver en el circo los mantenedores. Puso cada uno su mote á los piés del sumo mago: sorteáronse, y el de Zadig fué el postrero.
Si en alguien está plenamente justificado el producir este cambio en el propósito de los juegos, es sin duda en doña Emilia Pardo Bazán, la cual no puede, como los mantenedores varones, hablar en el Senado o en el Congreso y exponer allí las reformas que anhela introducir en el gobierno del Estado para regeneración de la patria.
Hallábanse, pues, en Montevideo los antiguos unitarios con todo el personal de la administración de Rivadavia, sus mantenedores, 18 generales de la República, sus escritores, los excongresales, etc.; estaban ahí, además, los federales de la ciudad, emigrados de 1833 adelante; es decir, todas las notabilidades hostiles a la Constitución de 1826 expulsadas por Rosas con el apodo de lomos negros.
Bien pudieran abrirnos el palenque á los arqueros y ¡por la cruz de Gestas! que sería cosa de ver cómo descoyuntábamos á cinco arqueros gascones. Ó cómo otros tantos hombres de armas baldábamos á igual número de soldados de esta tierra, dijo Reno. ¿Quiénes son los mantenedores ingleses? preguntó Golvín.
Palabra del Dia
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