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En los aristocráticos lapasan, se bailan habaneras y rigodones, se cantan trozos de ... cualquier cosa, y se bebe vino de Europa en vaso: mientras que en los lapasan tradicionales, en los puros tagalos, se empina coquillo, se baila cumintang, se canta cutang-cutang, se bebe en tabo, se come lechón, y por todo mantel está el verde césped, por todo tenedor los cinco dedos, y por todo pan sendas pelotas de morisqueta.

Pocos pasajeros a bordo, signo constante de buena comida. No puedo ocultar la viva satisfacción con que me senté delante del blanco mantel, cubierto de los mil hors-d'oeuvre que nadie toma, pero que la culinaria francesa califica con razón de aperitivos plásticos.

En ese momento llega la madre de Mistral. En un momento ponen la mesa; un hermoso mantel blanco y dos cubiertos. Yo conozco la costumbre de la casa: que, cuando Mistral tiene convidados, su madre no se sienta a la mesa... La pobre anciana no habla más que el provenzal, y pasaría grandes angustias si tuviera que conversar con franceses... Por otra parte, hace falta en la cocina.

...Delante de , sentado a esta mesa con pegajoso mantel de hule, en el diminuto comedor de paredes rebozadas con cal azul, hay un señor silencioso y grave. Yo lo observo.

Silas se sentó entonces y contempló a Eppie con una mirada satisfecha mientras que ella ponía el mantel limpio y colocaba sobre la mesa el pastel de patatas, recalentado lentamente en una terralla bien seca, encima del fuego que se apagaba insensiblemente y según el método prudente empleado el domingo.

Es como si dijéramos, la sepultura de la mitad de la fortuna de cabezang-Goyo. La mesa oficial se sabe tiene mantel por las caídas, pues lo que cubre la tabla está completamente lleno de cuanto produce la India y los establecimientos de Europa.

Un elevado entarimado levantaba la mesa sobre el nivel de las otras en que iban á comer los simples mortales, y una bóveda, decorada por los mejores artistas, protegería los augustos cráneos de las miradas envidiosas de las estrellas. Allí no había más que siete cubiertos; la vagilla era de plata maciza, mantel y servilletas de finísimo lino, vinos, los más caros y esquisitos.

El tal mostrador había desaparecido bajo un mantel lleno de puntillas. Dos candelabros con cirios crepitaban en la mañana esplendorosa sus luces incoloras y sin fuego; un crucifijo de porcelana ocupaba el centro. Ante el altar improvisado erguíase el obispo, cubierto con una casulla de oro y albas vestiduras que aún guardaban los pliegues del encierro en la maleta.

Doña Nicolasa Paredes, dicho sea en honor de la verdad, no comprendía muy bien el tuétano que encerraban las palabras de su hijo; pero agradecida á las cariñosas profecías de don Pablo Bragas, tendió un mantel y puso delante del amigo una taza de sopas en caldo gordo, que darían rabia á un teatino.

El blasón y armas del marqués Pizarro era el siguiente: Escudo puesto a mantel: en la primera parte, en oro, águila negra, columnas y aguas; y en rojo, castillo de oro, orla de ocho lobos, en oro; en la segunda parte, puesto a mantel en rojo, castillo de oro con una corona; y en plata, león rojo con una F, y debajo, en plata, león rojo; en la parte baja, campo de plata, once cabezas de indios y la del medio coronada; orla total con cadenas y ocho grifos, en oro; al timbre, coronel de marqués.