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El embrutecimiento de los Malayos filipinos se ha demostrado ser imposible.

Las aves del paraíso son muy solicitadas, lo mismo por los chinos, que las quieren para adornar sus estancias, que por los europeos, que las venden a los grandes museos o a los negociantes en plumas de lujo. Los chinos, y sobre todo los malayos, vienen a adquirirlas a Nueva Guinea o a las islas Arrú, pues no se crían en otros sitios, y las pagan muy bien.

Compete inmediatamente á todo prologuista entrar á fondo en el fondo del libro, y en ésto que encuentro dificultad supina, porque las Islas Filipinas y la de Mindanao solamente las conozco de oídas y leídas, ó sea de referencia, y por lo tanto no me es dado compulsar con exquisita exactitud los datos que referentes á ésta contiene el libro de Nieto, pero apreciar el método con que los expone y lo completos que son, y considerar como una garantía de su exactitud la circunstancia de que el terreno dominado realmente por los españoles, y todo el que ha sido teatro de las últimas campañas sostenidas contra los moros malayos, lo ha recorrido paso á paso el autor, desempeñando en una de ellas el cargo de aposentador.

Van-Stael, aunque nunca había tenido gran confianza en aquellos barcos de construcción china, muy poco seguros para los malos tiempos, partió para la costa septentrional de la Australia, y en pocas semanas completó su carga de aquellos coriáceos moluscos, que son tan apreciados en los mercados chinos y malayos.

Por mis venas corre sangre de mártires malayos... ¿Quién dijo que con balas o cadenas puede atajarse el vuelo de los rayos? Se ha de inclinar su testa coronada bajo el verbo de gloria que pregono, ¡que es más grande mi pluma que su espada! ¡y hay más fuerza en mi pecho que en su trono! Pero no has de temblar, ¡oh dulce amada, Luz de mis ojos, paraiso mío!

Sin embargo por encima de estas consideraciones materiales se ciernen invisibles otras de carácter moral, mucho más trascendentales y poderosos. Los pueblos del Oriente en general y los Malayos en particular son pueblos de sensibilidad: en ellos predomina la delicadeza de sentimientos.

Me parece lógico suponer que antes de saber contar ya tenían cuerdas y se servían de ellas los pueblos cuyas lenguas nos ocupan, de donde se deduce prioridad á la significación de cosa. La palabra tolos, ancla, es otra que consideraremos: las anclas usadas por los malayos tienen varias garras, pero más comunmente tres, como la de los europeos dos.

Uno de esos volátiles que los malayos llaman Kubug, nosotros, gatos o zorras voladoras, y los naturalistas, galeopithecus, si no me equivoco. ¿Qué clase de animales son? Parecen monos, más bien que gatos; tienen unos dos pies de altura, la cabeza pequeña, semejante a la de los chacales, el pelo rojo oscuro, y ejecutan vuelos hasta de doscientos pies.

Difiere de él en tener las patas más largas, el cuello más grueso, el hocico algo caído y los ojos pequeñísimos. Es mucho más veloz que él en la carrera, circunstancia a que debe sin duda el calificativo de ciervo, que forma la segunda parte del nombre con que lo designan los malayos.

Bátese en Africa; bátese en las Indias; se casa entre los malayos, tan bravos y feroces, y él mismo parece haber sido uno de tantos. Durante su larga permanencia en Asia recoge todos los informes, prepara su grande expedición, su tentativa de encaminarse por la América á las islas de las especias, las Molucas.