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Actualizado: 27 de junio de 2025


Efectivamente, unos segundos después, oyéronse los pasos de alguien que subía la escalera, abriose la puerta y apareció Amaury. A pesar de estar advertida, Antoñita no pudo reprimir un grito que pareció despertar al doctor de su letargo y de su postración. ¡Amaury! exclamó Antoñita. ¡Amaury! dijo tranquilamente el doctor, cual si se hubiese separado la víspera de su pupilo.

Ningun provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extrangeros.

Al amanecer, viéndole en profundo letargo, levantose cautelosamente y echó mano al puñal y las papeletas. Escondido el primero, vació todo el contenido de las segundas en un periódico, metiéndolo todo revuelto en un cucurucho para llevárselo a Ballester.

Aventuróse á bajar sin ser visto de su tío, recorrió lleno de zozobra y ansiedad el pasillo; pero nada consiguió. Todo estaba cerrado y en silencio, y sin duda los habitantes de la casa estaban sumergidos en el agradable sopor de la siesta ó en el letargo espiritual de la contemplación religiosa.

Sin duda, en la tremolina y rebullicio que se armó cuando Miguel de Zuheros cayó en su hondo letargo, las dos damas y los dos escuderos hubieron de escabullirse yéndose con los derviches. Las órdenes de levar anclas y darse a la vela al amanecer habían sido tan terminantes que, a pesar de lo ocurrido, el piloto no quiso desobedecerlas.

Algunos creían contemplar la vieja gloria de la Revolución, que despertaba triunfante después de un siglo de letargo. De pronto se vió á pie y sola. Había desaparecido el cañón y los jóvenes que tiraban de él. Ahora estaban en la rue Royale, frente á los restoranes más elegantes.

No tardó en caer en penoso letargo, lleno de visiones disparatadas y horribles, sin darse cuenta del tiempo que estuvo en tal disposición. Cuando volvió en , había poca luz en el cuarto.

Desde el mismo lugar, pues, de donde corre ahora letargo que mata el alma, ó ponzoña mortífera que corrompe las venas de la sociedad, podría surgir un medio de perfeccionar el sentimiento de la belleza, que interviniese también en la vida entera de la nación, y hasta sugestiones respetables que satisficieran á las exigencias más elevadas de nuestra naturaleza.

Míreme de frente y no hagamos visajes, que se pone muy feíto. ¿No me conoce? Soy Ballester, y ahí tengo la vara aquella para enderezar a los niños mal criados». Ballester dijo Maxi mirándole fijamente y como quien vuelve de un letargo. El mismo, ¿y qué?... ¿Quiere que le noticias del mundo? Pues prométame tener juicio.

Ha escrito que iba a ponerse en camino y pronto la veremos llegar. Santaló volvió a caer en su letargo. Una hora después recobró el sentido, y fijando sus miradas en la tía María, le dijo: Tía María, he pedido a mi divino Salvador, que se ha dignado venir a , que me perdone, que la haga feliz y que le pague a usted cuanto por nosotros ha hecho.

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