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Actualizado: 9 de junio de 2025
No nos pudimos dar cuenta de lo que ocurría. Nos asomamos a la borda. El Cachalote estaba hundido, sujeto a la amarra. Sin duda, al chocar el bote con alguna piedra, se había abierto. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Cómo volver a Lúzaro?
La corriente costera se mete en las grandes curvas que hace la costa, y después en las ensenadas y bahías, y lleva, además, restos orgánicos que se depositan en las playas. Para el capitán Socoa, esta corriente, y sólo ella, ha producido el boquete de Lúzaro.
Por eso dijo Voltaire, con razón, que el pueblo vasco es un pequeño pueblo que baila en la cumbre de los Pirineos. Después de saltar y brincar emprendimos la vuelta entre la algazara de los chiquillos y las canciones de los mozos. A primera hora de la noche ya estábamos otra vez en Lúzaro, en la plaza, bailando.
De Bilbao habían contestado a Urbistondo aceptando mi ofrecimiento. Iba a tener barco que mandar. Fuí a buscar a Mary para traerla a Lúzaro y presentarla en casa de la mujer de Recalde. Era el día de Nochebuena. Llevaba en un estuchito forrado de raso un anillo de oro con unas perlas para Quenoveva, que me había costado ocho duros, y en un paquete unos juguetes para los chicos de Urbistondo.
La historia de la Iñure me sobreexcitó aún más, y exaltó mi imaginación hasta un grado extremo. De noche me figuraba ver a mi tío en su calabozo, lamentándose, desnudo, con las letras grabadas en la espalda, que se destacaban de un modo terrible. Por esta época, y para que se fijara más en mí la memoria de mi tío, se celebró su funeral en Lúzaro.
La recuerdo siempre en la casa sombría de su padre, y a su recuerdo uno el de la Diana Vernon de Walter Scott. Al mismo tiempo que la conocí leí la obra del novelista escocés, y no puedo pensar en mi querida muerta sin recordar la figura literaria del gran escritor. Cuando ella murió me decidí a dejar Francia y a volver a Lúzaro con mi hija y con Allen, que no quería separarse de mí.
El monte Izarra, a una de cuyas faldas está Lúzaro, forma como una península que separa la entrada del puerto de una ensenada bastante ancha comprendida entre dos puntas: la del Faro y la de las Animas. El monte Izarra es un promontorio pizarroso, formado por lajas inclinadas, roídas por las olas.
Como en todos los pueblos de pescadores, en Lúzaro se ven lanchas en los sitios más extraños e inverosímiles: en una calle en cuesta, interceptando el paso; debajo de una tejavana, dentro de la guardilla de una casa. La ría de Lúzaro es pequeña, pero muy romántica; sobre ella se tiende un puente de un solo arco, por donde pasa la carretera de Elguea.
Palabra del Dia
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