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Actualizado: 29 de junio de 2025
El tiempo pasa. El juramento se olvida. El amor se apaga. »Clara, al conocer sus nuevos compromisos, le pregunta: «Otra bien amada obtiene tus atenciones; ¡el que ocupa a todas horas mi pensamiento ha podido hacerme traición!» »Clara le perdona, le llora y se dispone a morir...
Los veinte genízaros juráron no rendirse; los apuros del hambre á que se viéron reducidos, los forzáron á comerse á los dos eunucos, por no faltar al juramento; y al cabo de pocos dias se resolviéron á comerse las mugeres. Teníamos un iman, varon muy pío y caritativo, que les predicó un sermón eloqüente, exhortándolos á que no nos mataran del todo.
»Inmediatamente se hizo el juramento de defender N.ª S.ta Fée Católica y lo anexo á él por el Ill.mo Sr.
Acabada la fiesta y ceremonia, separaron á los cristianos por categorías, llevando á D. Álvaro de Sande á un castillo con juramento del Sultán de que no haría más la guerra, porque en la prisión había de morir sin que hubiera para él rescate por ningún dinero.
Si no, dígame ahora: si acaso en muchos días no topamos hombre armado con celada, ¿qué hemos de hacer? ¿Hase de cumplir el juramento, a despecho de tantos inconvenientes e incomodidades, como será el dormir vestido, y el no dormir en poblado, y otras mil penitencias que contenía el juramento de aquel loco viejo del marqués de Mantua, que vuestra merced quiere revalidar ahora?
Por eso, ni puedo ni quiero prestar juramento... Señor presidente dijo, levantándose, el adjunto del fiscal . En vista de que Karaulova ha mencionado aquí casos de sacrilegio, yo quisiera, en mi calidad de representante de la autoridad pública, que me diese los nombres de quienes cometieron tal acto. ¡No hubo sacrilegio ninguno! contestó Karaulova . Estaban todos borrachos.
Zurita siguiendo la relacion de Berenguer de Entenza, difiere tambien de Nicephoro; porque dice que el mismo Berenguer de Entenza llamó á los turcos después que supo la muerte de sus embajadores, y que pasaron á Galípoli mil y quinientos caballos, y le prestaron juramento de fidelidad.
Terminados el sermón y la misa, el relator leyó el juramento del pueblo, y Ramiro unió su voz al ¡sí, juro! brusco y atronador, proferido a la vez por toda la multitud, y que, al decir de los campesinos, se escuchaba a más de una legua a la redonda.
A lo que dijo el viejo: -Yo, señor, confieso que me los prestó, y baje vuestra merced esa vara; y, pues él lo deja en mi juramento, yo juraré como se los he vuelto y pagado real y verdaderamente.
Oye también y sé testigo, ¡oh Agni, del solemne juramento de amor y de fidelidad, que van a pronunciar ambos esposos! Morsamor y Urbási, en efecto, extendidas las manos sobre el ara y cerca del fuego prestaron el juramento debido. Así terminó el acto religioso.
Palabra del Dia
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