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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Yo podría hacer una lista negra de estos espíritus ilusos, devorados por el monstruo encantador de la literatura. ¡Intrépidos comedores de musarañas, que sois mis amigos antiguos, que habéis vivido a la sombra de la literatura pipas, melenas y chalinas y que vais cayendo poco a poco por el escotillón macabro del hospital!

Los nombres gloriosos de navegantes intrépidos, de dichosos e invictos capitanes, de habilísimos políticos, de negociadores que sabían ganar ajenas voluntades e imponer la propia, y de administradores juiciosos y atinados que encontraban recursos sin esquilmar a la nación, todo esto, a par que halagaba el alma de Fray Miguel en lo que tenía de alma española y en lo que era como parte del alma superior y colectiva de su pueblo y de su casta, lastimaba, hería y destrozaba su alma individual, colmándola de amargo abatimiento y de ponzoñosa envidia.

Al principio les basta con seguir á lo largo del torrente, pero muy pronto es necesario que intervengan directamente, y entonces los intrépidos compañeros necesitan todo el vigor de sus agudos ganchos, toda la agilidad de sus brazos, toda la habilidad de su mirada y toda la energía de su voluntad.

Si el carácter de estos naturales se parece poco al de los Moxos, tiene alguna semejanza con el de los Canichanas. Independientes y altaneros por demas, valientes hasta ser temerarios, guerreros indómitos, no carecian entre ellos de franqueza y de bondad. Cazadores intrépidos y pescadores infatigables, son al mismo tiempo buenos agricultores. Estos indios nunca fueron antropófagos.

En aquellos peligrosos viajes á través de inmensos territorios desconocidos, los intrépidos exploradores, á fuerza de dádivas y halagos, lograron la amistad de algunos indígenas, tan salvajes, tan cobardes y tan abyectos como los demás, y que sin embargo, no bien se vieron junto al hombre blanco, convirtiéronse en verdaderos héroes y llegaron á inspirar invencible terror á los tribeños, á los cuales vencieron con facilidad pasmosa, no obstante conservar sus primitivos armamentos.

Tu esposo está contigo, ángel mío. ¡Madre mía! ¡mi buena madre! Dichosa joven, dormía. ¿No es, repito, un digno convento, el convento de Santa Magdalena? ...¡La muerte! CERVANTES, «Don Quijote». El levante es un viento del Este; cuando sopla, palidecen hasta los marinos más intrépidos.

La tierra que los intrépidos navegantes tenían á la vista, les ofrecía hospitalidad y recursos. Falta les hacía la una y los otros, pues al descubrirla, la desesperación, la impaciencia y las necesidades todas habían llegado á su término.

La madre casualidad los llevaba por sus ignorados derroteros; el Destino, en su misterioso molde, vaciaba esta humanidad y sacaba intrépidos mareantes o feroces negreros, exploradores audaces o vendedores de chinos. Para aquellos hombres, la moral era una cuestión de paralelo. El mar era el más grande escenario de los crímenes y violencias de los hombres.

Estaban ebrios, y los más intrépidos se reían de los pucheros de los desanimados... De improviso hubo entre los combatientes de uno y otro ejército un movimiento de sorpresa. Oyose una voz, dos, veinte, que dijeron «¡Pecado!», y cien ojos se volvieron hacia el barranco.

Palabra del Dia

condesciende

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