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Actualizado: 13 de junio de 2025


Gabriela observaba atentamente el magnífico espectáculo de la puesta del sol, prestando atento oído a los ruidos del campo, a los rumores del río, a los zumbidos extraños con que los insectos saludan el advenimiento de la noche; yo, recostado en el tronco de aquel árbol gigantesco, no apartaba los ojos de la encantadora señorita.

En el bosque reinaba el silencio; sólo se sentían los zumbidos de los insectos y el ligero crujir de las ramas de los árboles, suavemente agitadas por un vientecillo que venía del mar. En el río, sólo se oía el murmullo del agua batiendo en los bancos y en las orillas.

Todo un mundo de insectos vive y zumba en las praderas de los pastos; el aire es suave, y el hombre guía sus ganados por fragosidades llenas de hierba, desde las cuales la mirada divisa en lontananza la helada corriente.

Quítaseles después la membrana que las envuelve y se las baña en agua de cal para librarlas de las picaduras de los insectos. Para asegurar más su conservación suele encerrárselas, antes de ese baño, en cañas de bambú, y someterlas a la acción de un fuego lento durante tres meses.

A impulsos de la savia de su energía, agitan las palmeras sus verdes plumas; mientras allá, en la selva fresca y sombría, van flotando calladas las densas brumas. Como alígeras flores de oro y zafiro llevadas por el hálito de auras sutiles, los insectos se esparcen con manso giro a libar la ambrosía de los pensiles.

Las coronas, pendientes de cruces de hierro mohoso, habían perdido sus flores, sus doradas siemprevivas; eran aros de paja negra y putrefacta, guardando en sus briznas un hervidero de insectos.

Allí abundan las ciénagas, en las cercanías del Océano y de los rios, y con ellas los insectos, las fiebres y los espinos y malezas ásperas que vegetan siempre en los pantanos. El gobierno frances ha emprendido allí vastos trabajos de desmonte y disecacion, que no muy tarde harán de ese triste país una comarca salubre, fértil y próspera.

Luego, en los meses de estío, huían á sus casas de la montaña los guardianes de las ruinas, los jornaleros de las excavaciones, cediendo el campo á los reptiles é insectos de los campos pantanosos.

Clementina le escuchaba con atención, recorriendo con la vista los cartones que le ponía delante, dejando escapar algunas palabras, ora de elogio a los matizados insectos, bien de compasión cuando Raimundo llegó a describirle la muerte de su madre. Afectaba desembarazo, distracción.

Asomado al bolsillo del gigante, se consideraba tan enorme como éste, viendo empequeñecidos á todos sus adversarios. Siempre que el Hombre-Montaña pasaba junto á un edificio público, él escupía desde la altura, como si pretendiese con esto consumar su destrucción. Varias veces rió viendo moverse abajo, como despreciables insectos, á los que estaban encargados de perseguirle.

Palabra del Dia

vorsado

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