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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Los descoyuntados, los que se tuercen y doblan de manera insólita, los que alzan con los dientes enormes pesos y hacen otras habilidades por el mismo estilo, aunque nos maravillen, repugnan por lo antinatural del ejercicio y más aún por la perversa preparación que el ejercicio presupone, y en la cual es probable que hayan sucumbido no pocos antes de llegar a ser maestros y de poder lucirse.

A pesar de las promesas de seguridad y las sonrisas de los oficiales del buque, muchos pasajeros contemplaban con un gesto de indignación el Océano, lo mismo que si se quejasen de la infidelidad de un amigo. Cuando todos vivían olvidados del mar, éste se hacía presente con una cólera insólita.

Volvió a cavilar en silencio, que D. Acisclo no se atrevió a interrumpir, y volvió a reírse un si es no es descompuestamente. Como doña Luz era la compostura personificada, D. Acisclo se aturdió con tan insólita risa. Hubo un instante en que cruzó por el pensamiento de D. Acisclo que doña Luz se reía sin duda de que su padre le recomendase que le tomara a él por administrador.

El mar estaba como una balsa de aceite, lo que llamaba la atención de los venezolanos, poco habituados a esa mansedumbre, tan insólita en aquella rada de detestable reputación.

Ese que por única vez en muchos años quizá se presenta hoy á vuestros ojos saliendo de Córdoba á una hora insólita, cabalgando en compañía de algunas mugeres, entre una numerosa escolta de guardianes mas que guardias de honor, que so pretesto de dejarle espedito el camino ahuyentan á todos los viandantes y gente curiosa para que no se acerquen á su persona, ese es el Califa reinante, último vástago de los degenerados Umeyas.

El magnífico arbusto de azaleas bajo el cual descansaba el bueno de Sandy, ostentaba un racimo de flores de insólita belleza que atrajeran sus miradas desde el otro lado de la carretera; ella, que no había reparado en el yacente vecino, cruzola para arrancarlo, eligiendo su camino por entre el encarnado polvo, no sin sentir cortos y terribles estremecimientos de asco y refunfuñar un poco entre dientes.

Vió a la joven sentada en una silla en el fondo de su cuarto; ya estaba levantada y vestida, a pesar de la hora tan insólita. Tenía, pues, que saber lo que había pasado. Mathys se acercó a la joven, la miró con los ojos hechos ascuas y exclamó, apretándole las muñecas hasta deshacérselas: Ten cuidado, dime la verdad, porque si me engañaras, sería capaz de todo... ¿Dónde está el aya?

¿Yo?... ¿Yo?... ¿Dice usted que por causa mía?... ¿Yo la he muerto?... ¡Oh! Y, ocultando la cara entre las manos, sofocó un grito de dolor sobrehumano. Ferpierre se vio obligado a guardar silencio, no tanto por discreción como porque sintió una insólita turbación. Había ido allí a instruir un proceso y mientras tanto asistía a un drama.

Debemos mencionar inmediatamente una serie de producciones literarias, cuya índole puede caracterizarse con el nombre de novelas dramáticas. Aludimos á aquéllas, cuyas escenas se ajustan entre levemente y sin sujetarse á verdadero plan dramático, y que además, por sus sucesos novelescos é imprevistos, tienden á impresionarnos insólita y sobrenaturalmente.

¡Qué asombro, qué insólita impresión sentí en todo mi ser cuando, traspuesto el umbral del último desfiladero de la montaña, me volví á ver en la gran llanura de indistintas y fugitivas lontananzas de ilimitado espacio! Ante estaba el mundo inmenso.

Palabra del Dia

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