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Actualizado: 13 de mayo de 2025
El pobre diablo se entregaba a estos placeres con la ingenuidad de un piel roja. Lo emborracharon, lo ahitaron de manjares, le hicieron descender todos los escalones que separan al hombre de la bestia.
Bailaba con la ingenuidad, con el desinterés, con la casta desenvoltura que distingue a las mujeres cuando saben que no las ve varón alguno, ni hay quien pueda interpretar malignamente sus pasos y movimientos. Ninguna valla de pudor verdadero o falso se oponía a que se balancease su cuerpo siguiendo el ritmo de la danza, dibujando una línea serpentina desde el talón hasta el cuello.
Afirmo con toda ingenuidad que el chico era de lo más estupendo que se puede ver, y que se presentó en el campo de la enseñanza como esos extraordinarios ingenios que nacen de tarde en tarde destinados á abrir nuevos caminos á la humanidad.
Veo con satisfacción que no me guarda usted rencor le dijo en voz baja dirigiéndole una larga mirada insinuante . Hace usted bien. Eso prueba que tiene usted corazón y talento. Le confieso con toda ingenuidad que me equivoqué de medio a medio en la apreciación de su conducta y su persona.
Primero hay el monólogo de una joven y después el coloquio de ésta con un primo suyo que acaba por declararse fervorosamente enamorado de ella. No quiero contar aquí el progreso de la acción y el disimulado artificio que con la ingenuidad se confunde y por cuyo medio se llega al más venturoso y alegre desenlace.
Fichte, por cierto nada fácil de contentar, al tratarse del punto de apoyo de los conocimientos humanos, empieza no obstante por una afirmacion, y así lo confiesa con una ingenuidad que le honra. Hablando de la reflexion que sirve de base á su filosofía, dice: «Las reglas á que esta reflexion se halla sujeta, no están todavía demostradas; se las supone tácitamente admitidas.
Aquí era la marquesa la cautivada, porque cautiva la tenía la noblota ingenuidad del hombrecillo. Juraría entonces que aquella era la primera vez que veía de cerca un corazón de oro. ¡Y en qué cuerpo le hallaba, y de qué retórica se servía!
Jacobo, herido en su vanidad, derrotado en sus planes, revolvíase furioso al verse cogido en sus propias redes, mientras la marquesa, muy sorprendida y admirada, preguntábale sin perder un punto de su aparente ingenuidad y su señoril aplomo: ¿Pero por qué no quieres firmar?... ¿Qué encuentras en ello de malo? Porque..., porque..., porque firmar eso, es renunciar a mi dignidad de marido.
Esto tiene el inconveniente del descuido que debe notarse en la obra, pero tiene, en cambio, la ventaja de la ingenuidad más estricta y de la más perfecta exactitud. De vuelta al hotel, nos encontramos en la puerta á la señora, que nos preguntó, con una sonrisa muy amable, si veniamos de visitar algun monumento. Sí, señora, la contesté. Venimos de la Magdalena.
Allí es de ver como la reina de aquel sarao frota dulcemente la mano de un hombre, cual si quisiera persuadirle empleando por razon el calórico de la electricidad: allí es de ver la ingenuidad maravillosa, la admirable inocencia, con que exclama, dando á su acento la expresion tardía y entrecortada del patético: ¡Que je suis malheureuse! ¡Qué desgraciada soy!
Palabra del Dia
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