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Actualizado: 4 de junio de 2025
Hacen su contrato con ellas, pagando parte del precio, cuando son muy jóvenes, y muchos años antes que tengan la edad competente, para casarse. A cada indio es permitido tener cuantas mugeres pueda comprar ó mantener. Las viudas ó huerfanas tienen libertad de casarse con quien quieran, las demas estan obligadas á someterse al contrato de venta, aun contra su inclinacion.
Es claro que en cuanto se supo que las de Silva iban con la de Reyes a ver las óperas entre bastidores, se murmuró mucho, y se las compadeció porque venían a ser huérfanas por completo, teniendo aquel padre que tenían. ¡Pobrecitas, no han tenido madre cuando más falta les hacía! Y después de este acto de caridad, se las despedazaba. Pero ellas no hacían caso.
En la plaza de la Alcaldía, tomando el sol, un asno, y en la fuente de la iglesia una bandada de palomas, pero ni un alma a quien preguntar por el convento de las huérfanas.
Llamábanla ama no porque jamás lo hubiera sido de cría, sino porque había sido ama de gobierno del señor Cura. Estaba ya más cerca de los sesenta que de los cincuenta años, y había cuidado con grande esmero y cariño de Beatriz y de Inés desde que ellas habían quedado huérfanas.
Doña Beatriz e Inesita, huérfanas de padre y madre desde la niñez, habían estado bajo la tutela y criadas en casa del cura del pueblo. No eran enteramente pobres. Tenían algunas finquillas, que venían a producir, bien administradas, unos 4.000 reales de renta para cada una.
Así anduvo el limosnero de huérfanas durante mucho tiempo y llegó á hacerse popular en Sevilla, sin que nadie sospechase de él que pudiera ser otra cosa que un sano varón, temeroso de Dios....
Viedma siguió administrando su nuevo departamento, y murió en Cochabamba en 1809, dejando sus bienes á una casa de hospicio para la educacion de niños pobres, y fundando otra de huérfanas. Estos fueron sus servicios, toca á los Americanos á venerar su memoria.
Pero la verdadera Mamette había debido llorar mucho durante su vida, y estaba aún más arrugada que la otra. También, como la otra, tenía junto a sí una niña del asilo de huérfanas, guardianita con esclavina azul que nunca la abandonaba, y el ver esos viejos amparados por esas huérfanas, era lo más conmovedor que puede concebirse.
Manos transparentes y puras que parecen hechas para filigranar ex votos de santos y capas pluviales; ojos fanatizados en torno de los que las largas vigilias, huérfanas de besos, han florecido en sedeñas ojeras violeta, como dos flores de fiebre y de locura; alma noble y extática, donde el amor es una rosa casta e inmortal.
Pero ¡ay! que los que no obran recto, por muy redomados é hipócritas que sean, al fin y á la postre son descubiertas sus arterías, y esto vino á pasarle al hermano Juan de Jesús María, á quien en 1623 la Inquisición echó el guante y metió en prisiones, quitándole para siempre de andar correteando por calles y plazas de limosnero de huérfanas pobres.
Palabra del Dia
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