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Actualizado: 3 de julio de 2025


Lo natural es que el tal infierno nos asuste y que para no tenerle nosotros procuremos creer cuanto hay que creer, sin meternos en averiguaciones ni en honduras.

Con decir que comía ostras frescas en el centro de España, cuando en España no había ni siquiera caminos carreteros, bastará para comprender las artes de que se valdría á fin de hacer llegar en buen estado á la sierra de Jaranda sus alimentos favoritos. Pero nos metemos sin querer en honduras pasadas, olvidando que aquí no se trata sino de lo presente.

También llevó maestros tejedores del Ecuador, estableció una escuela y estimuló dicha nueva industria a tal extremo que hoy día Panamá tiene derecho a apadrinar el sombrero de jipijapa. Este experimento dió un resultado tan satisfactorio que el ministro de fomento de Honduras puso en práctica un proyecto semejante, y algunos excelentes sombreros de Panamá o jipijapa proceden ahora de Honduras.

¡Jorria! exclamó Chisco comenzando a descender la otra ladera con igual frescura que si no se hubiera movido hasta entonces. Seguíle yo sin titubear; y al verme luego en las honduras de aquel inmenso barranco, me pareció que se quebraba el último vínculo que me ligaba al mundo que yo conocía.

Pero salgamos de las honduras en que nos hemos metido, y terminemos este artículo, que va siendo ya sobrado largo, afirmando que el libro del Sr. Taylor es muy agradable de leer, á pesar de los defectillos que hemos notado, y que, si procuramos no ser vidriosos, reconoceremos que cuanto el Sr.

Pero ¿quién me demuestra la naturalidad espontánea y las honduras filosóficas de las novelas neuróticas, psicológicas, simbólicas y naturalistas que privan hoy? ¿No podrían ser también artificiosas, falsas y no menos llenas de afectación y de amaneramiento, con la pícara circunstancia de poner de mal humor a los lectores y de divertir menos al público del siglo XIX, que Las Sergas de Esplandián o que Tirante el Blanco divirtieron al público del siglo XVI? Al cabo, la burla, la parodia de los libros de caballerías dio motivo y aun se puede decir que inspiró y produjo el más bello y profundo libro de entretenimiento, en prosa, que hasta ahora en el mundo se ha escrito.

19. ¿En qué condición ha de estar la fibra cuando se tejen los sombreros? 20. ¿Cuánto tarda un tejedor hábil en terminar un sombrero fino? 21. ¿Quiénes son los tejedores más hábiles? 22. ¿De dónde son los modelos más finos de los sombreros de jipijapa? 23. ¿Qué es un catacao? En Honduras, ¿a qué tratamiento se somete la paja para hacerla más blanca? 25. ¿Quiénes compran los sombreros?

Quién lo dubda? Por montañas, por montes, por honduras Te atreves á pasar en las tinieblas De la cerrada noche, sin camino Ni senda que te guie á donde quieres? O libertad, y quanto eres amada! Amigo caro, el cielo santo haga Salir con buen subceso tu trabajo, Que yo me voi al mio, que es ya hora. Dios te acompañe. Y él vaya contigo. Sale la Mora al encanto, en entrandose estos.

Como el Rodolfo de mi novela, gran lector de libros románticos, eran todos mis compañeros de mocedad, te lo aseguro a fe de caballero, y ni más ni menos que como Villaverde algunas ciudades de cuyo nombre no quiero acordarme. Ruégote por tu vida, amigo lector, que no te metas en honduras, que no te empeñes en averiguar dónde está Villaverde, cuna de mi protagonista.

Lo que es él ni con las mujeres de San Pablo, ni con las de Olinda, ni por último, con las ninfas que había tratado en París, se había engolfado nunca en tales honduras y discreteos. En París, dígase lo que se diga, no abundan las Aspasias.

Palabra del Dia

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