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Cuando sea abuela, les contaré a mis nietecillos, que ése fue el primer descubrimiento delicioso que hice al entrar a la vida. Pero de aquí a allá, hay tiempo. «Aunque mi vida sea aquí una continua sorpresa, ya estoy, con todo, bastante acostumbrada al Pavol y al lujo que me rodea.

Usted bien lo sabe, pero no quiere decirlo: ¿No es verdad que una niña bien educada no haría lo que yo hice esta noche?... ¡Si lo supiesen mis primas, que están deseando siempre cogerme en alguna falta!... Pero no piense V..., por Dios, que lo he hecho con mala intención... Yo soy muy aturdida... todo el mundo lo dice... pero también dicen que tengo buen fondo.

Respondióme que podria su gratificacion subir á trecientas monedas de oro, y yo le hice ver con evidencia que ganaria mas conmigo: le creé bandolero inferior, y hoy es uno de los mejores y mas ricos oficiales que tengo; y si me quereis creer, haréis vos lo mismo.

Con tal que te deje hablar, aguanta desprecios y desaires. Hago mención de este diálogo que tuvimos la condesa y yo, para que comprenda el lector la razón de la extraña visita que hice a doña María un día después de aquel de tanto ruido en que ocurrió lo que acabo de contar.

De todas maneras, aunque papá no se entere, hice una cosa muy mala.

Me atrajo hacia ella, me besó y me dijo al oído: Gracias... el secreto, ¿verdad? Eso, , puedo prometerlo. Deme usted también un beso, hija mía exclamó la de Grevillois. Y lo hice de corazón. ¡Compadezco tanto a esta madre tan llena de ternura y de abnegación, y que no tiene la confianza de su hija! Ahora, señor cura, estoy sola en mi cuartito, mientras mi padre ha ido a la Academia.

A las once y cuarto llegó el bote á bordo, y me hice á la vela, aproximándome mas al Colorado, aunque con viento por la proa.

Cuando salimos a tomar el fresco a los jardines, el sol ya se había puesto y andaba cerca de llegar la noche. La sociedad se diseminó por el gran bosque de naranjos. Gloria, en cuanto vio un columpio, se empeñó en subirse y me pidió que lo moviese, lo cual hice, como debe suponerse, con extremado placer.

Mi propósito de educar altamente a mi hija fue corroborándose cada vez más. De él hice el más noble fin de mi vida. Lucía, si mi deseo se realizaba, había de ser limpio dechado de castidad, de pureza y de cuantas excelencias y virtudes pueden sublimar y glorificar a un alma humana en esta baja tierra.