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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Antes de que nos diéramos cuenta estábamos a salvo; Machín y su criado bajaron las velas y nosotros remolcamos la goleta. Salimos al muelle. En aquel momento los chicos de la escuela volvían de rezar de la ermita por nosotros y nos contemplaban con admiración. Machín sabía que entre los pescadores era odiado, y no quiso presentarse como nuestro salvador. El y su criado se retiraron.

Mientras la goleta San Martin penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construian en las inmediaciones del campamento, debian seguir los movimientos de la division Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo.

Descendieron á la ribera, y en el pequeño puerto de la isla del Huevo pasaron el tablón que servía de puente entre el muelle y una goleta pequeña de casco verdoso.

Dijo el Corsario, y en su altiva frente Relámpago de luz cruzó luciente Como una exalacion. Volvió á la popa, y se acostó en su asiento, Y en medio de la música del viento Tranquilo se durmió. La aurora aparece con dulce sonrisa Y llena de aromas la atmósfera está, Hermosa goleta que impele la brisa Surcando va el agua del gran Paraná.

De pronto, Smiles exclamó: ¡Maldición! La luna llena. Nos van a descubrir. Efectivamente, la luna salió, iluminando la playa con una fuerza tal que se veían todos los montículos y piedras. Yo, en aquel momento, me acordé de que el patrón de la goleta alquilada en Canarias se había comprometido a acercarse a la desembocadura del río todos los meses en el plenilunio.

No, primo; si os pude considerar árabe lejos de mis ojos, abanderizando el Africa, confiándoos en la fe berberisca y combatiendo inútilmente en la Goleta y Túnez estos mismos castellanos que queréis vencer en nuestro país, nunca presumí que en ánimo morisco, quien nació ya cristiano, viniese a ofrecer su amor a quien no quisiera ver un príncipe en un amante, sino sólo un caballero.

Pero, maestro Durand, vea usted que se llevan para el brick todos los palos y todas las vergas de recambio de la goleta. ¿Cómo vamos, pues, a navegar? Quizá por el vapor respondió el señor Durand, que no podía resistir el placer de hacer un chiste. ¡Cómo! Usted se va, maestro Durand, y vosotros también, camaradas. ¿Y nosotros? ¿y nosotros?... ¡Maestro Durand!... ¡Maestro Durand!

Uno de los que iban a proa la cogió y la sujetó. Nuestro bote dió un salto al ser arrastrado por la goleta y comenzó a hundir la proa en el agua.

Al principio no nos debieron oír; después vimos a la luz de la luna que el barco se acercaba a nosotros con las velas desplegadas. La gente de Ryp debió darse cuenta de nuestros gritos y comenzó a dispararnos. Smiles y yo nos echamos al agua y, nadando, llegamos a coger la goleta. Cuando yo me encontré sobre cubierta, prometí no volver a aquel maldito paraje.

Palabra del Dia

hociquea

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