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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Gener, sin embargo, por lo que ya se prevé que va a ser su Evangelio de la vida, nos anuncia el imperio del amor en el mundo, siguiendo y adoptando las ideas de algunos extraviados discípulos del entusiasta y seráfico Padre San Francisco de Asís.
El alma de la más cuitada criatura humana puede elevarse, cuando no por inteligencia, por amor, hasta el Ser divino; puede subir al cielo y sentarse, como se sentó Francisco de Así, en el trono en que se sentaba Lucifer antes de su caída. Arrepiéntase, pues, el Sr. Gener de su declamación contra la igualdad cristiana fundada en lo miserables que somos.
Nietzsche, por este lado, tiene razón, y el señor Gener no la tiene; y, por último, si bien se mira, tampoco tiene razón el Sr. Gener en negar la providencia de Dios, ya que Dios, en virtud de un plan sapientísimo, se vale del hombre para vencer obstáculos, para destruir el mal o convertirle en bien, y para que nos mejoremos y perfeccionemos en lo posible.
Gener sospecha que en el organismo o en la sangre de Nietzsche había no poco de mogol o de tártaro, producida tal vez dicha mezcla cuando invadieron el Oriente de Europa las hordas de Gengis-Kan, de Timur o de otros fieros conquistadores turaníes.
Repito que yo no afirmo ni niego la evolución y el transformismo. No me declaro contrario ni partidario de Darwin. Me limito a afirmar que Darwin no invade los dominios de la metafísica ni de la religión, diferenciándose así de su infiel discípulo Haeckel, y más aún del Sr. Gener y de Nietzsche.
El Sr. Gener niega todo esto al negar a Dios. Y no soy yo quien saca la consecuencia: el mismo señor Gener explícitamente la saca. La contradicción está en que el Sr. Gener nos habla mucho del amor y se muestra fervorosamente enamorado. ¿Pero dónde está el objeto que de tanto amor sea digno? A la verdad que no se descubre ni se comprende.
La flamante aristocracia, o dígase la superhumanidad, no quiere el Sr. Gener que surja por revolución, sino por evolución, siguiendo el camino del progreso, que sin dada llevamos ahora; pero si no seguimos el buen camino y nos hemos extraviado, no se comprende de qué suerte hemos de llegar al superhumanismo por más evoluciones que se hagan.
Pero ¿quién ha puesto en los átomos esa inteligencia, que no tiene conciencia de que entiende, ese prurito infatigable e infalible que crea la vida y que después la mejora? Todo ello se explica presumiendo al Dios que Nietzsche y Gener niegan, cuya voluntad soberana y cuya suprema inteligencia lo preparan, lo gobiernan y lo disponen todo.
Tal es el Dios que habla con el Sr. Gener y que le declara que no es para nosotros ni salvador ni providente. Nuestra eficaz salvación y nuestra verdadera providencia está en nosotros mismos. A nosotros nos incumbe, según asegura el Sr.
Ténganse por dados mis aplausos, y permítaseme que contradiga yo algunos de los asertos del Sr. Gener, considerándolos completamente erróneos, o bien que ponga reparos y haga observaciones sobre los que hallo conformes a medias con lo verdadero y lo justo. Amigos y Maestros es una colección de semblanzas o retratos de escritores franceses todos, menos uno, Joaquín María Bartrina.
Palabra del Dia
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