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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Gener tiene razón, si se entiende la igualdad de cierto modo; pero de ese cierto modo nadie entendió jamás la igualdad, ni ahora ni nunca, por donde el señor Gener crea él mismo un fantasma o estafermo para tener el gusto de derribarle con las lanzadas de su crítica. El Cristianismo, según el Sr.
Gener que Bartrina no vale más en el concepto que se forma de él, después de leída su semblanza, que en el concepto que de Bartrina teníamos formado antes de dicha lectura. Tal vez sea más claro el primer concepto. Yo, al menos, no puedo conciliar que Bartrina se parezca al mismo tiempo al sencillo, elegante, sincero y clásico Leopardi y al afectadísimo, falso y extravagante Baudelaire.
Sin duda a Nietzsche hubo de sucederle algo parecido. «Opinan algunos fisiólogos alemanes, dice Gener, que la contusión que recibiera al caerse del caballo enfrente de la capital del mundo civilizado, fue, como la caída de San Pablo en el camino de Damasco, el origen de su inspiración y de su genio.
Hechas tan convenientes observaciones, empezaré tratando de lo que en el libro del señor Gener me parece más consolador y satisfactorio: la afirmación del progreso indefinido de nuestro linaje; el convencimiento de que se vencerán y salvarán los obstáculos todos, y de que la humanidad irá elevándose más cada día a las regiones serenas de la luz, del bien y de la belleza.
Prescindamos ahora de los mencionados reparos; quitemos valor a los argumentos que el mismo Sr. Gener suministra contra el progreso rápido y contra la persuasión de que estamos ya cerca de la meta.
Con esto no me conformo a pesar de todos los discursos del Sr. Gener y a pesar de mi acendrado progresismo. Se me dirá que el que yo me conforme o el que no me conforme no es del caso. Lo que conviene dilucidar es que el caso sea o que no sea. Meditemos sobre su posibilidad. Empezaré por un distingo.
No los ha hecho porque dichos personajes sean los más egregios, sino porque han sido o porque son amigos y maestros suyos. Aun así, yo debo convenir y convengo en que se da la dichosa coincidencia de que sean casi todos los unidos al Sr. Gener por lazos de amistad, autores de primera nota en Francia, descollando en aquella nación tan rica en ingenios entre los más famosos y aplaudidos.
Gener nos habla, arios y turaníes, polacos y mogoles, romanos y griegos, no pasan de ser una mera representación. Carece, pues, de fundamento y de verdad científica todo cuanto el Sr. Gener nos cuenta en los demás artículos de su libro sobre historia de las religiones, socialismo, etc. Todo se reduce a poesía, según el mismo Sr. Gener paladinamente lo confiesa.
Gener, la errónea creencia de que todos los hombres somos iguales. Para el Sr. Gener nada más absurdo que la igualdad. A mi ver, el Sr.
Gener, vino a proclamar la igualdad de los hombres en la abyección y en la miseria, y la Revolución francesa y sus ideas, enseñaron y sostuvieron la misma igualdad, aunque nivelando a los hombres todos, por lo alto, y considerándolos igualmente capaces. La acusación contra el Cristianismo me parece tan infundada como la acusación contra las ideas revolucionarias en este punto.
Palabra del Dia
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