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Actualizado: 9 de septiembre de 2025


Pero si este peligro se evita o se conjura, yo entiendo que todo está bien, aunque siempre preferiría a las predicaciones regeneradoras, los juegos florales, las procesiones y las ferias.

Quiero yo significar con esto que si bien los juegos florales se han celebrado en Bilbao, en Salamanca, en Almería, en Cádiz, en Calatayud, en Zaragoza y en Orense, todos los mantenedores, cuál más, cuál menos, se han ido por los cerros de Úbeda. No condeno yo semejante aberración. Me limito a declarar que existe.

Las antiguas ferias, la solemne pompa de algunas festividades religiosas, las exposiciones de industria al uso moderno, los resucitados juegos florales, los congresos católicos, y hasta algunos otros congresos ultra-políticos, a fuerza de negar que son políticos, así como las predicaciones apasionadas y elocuentes de las personas que aspiran a regenerarnos, todo ello es útil para conservar y reanimar la vida en los extremos, impidiendo que refluya al centro y deje lo demás inerte.

En el día de hoy me parece que estamos algo cansados y desengañados de la oratoria, y me parece también que, si versos han de escribirse siempre, la abundante cosecha que de ellos ha habido nos tiene fatigados, cuando no hartos, y no creo yo que los Juegos florales, que en muchos lugares se celebran a menudo, valgan para renovar la afición a la poesía, tan vehemente, por ejemplo, en la época del romanticismo, ni valgan tampoco para despertar en las almas una nueva inspiración poética, poderosa y brillante.

La poesía, además, estaba, desde hace algunos años, harto desdeñada y poco cultivada en nuestro país. Y como conviene que no se desdeñe y que se cultive, y como los juegos florales vienen como de molde para lograrlo, bien venidos sean los juegos florales. Evocadas por ellos, se diría que han reaparecido entre nosotros las musas visitando y favoreciendo a varios poetas nuevos.

Debemos considerar al marqués de Villena como al más antiguo maestro de este género, pues su larga vida alcanza hasta el siglo XV y comprende parte del XIV. Este hombre distinguido, enlazado con las dinastías reinantes de Castilla y Aragón, y de gran influjo en ambos paises, se aprovechó de ella para favorecer en cuanto le fué dable el desarrollo del arte, restaurando en Barcelona la Academia instituída á imitación de la de juegos florales de Tolosa, y fundando otra análoga en Castilla.

Dicho lo que antecede, olvidémonos de los chistes y de los epigramas que se han lanzado contra los juegos florales, y tomémoslos por el lado serio. Nadie negará, en primer lugar, que son una diversión inocente y barata, y no cruel y costosa como, por ejemplo, los toros.

El premio de aquellos certámenes florales consistía en un abrazo cariñoso de la infeliz anciana, la cual apenas podía alargar la mano para acariciar al vencedor. Pero siempre había para la joven una frase tierna, un halago de aquellos labios trémulos, a las veces contraídos por una sonrisa de dolor.

Juan I, en fin, envió á Francia una suntuosa embajada para invitar á los poetas provenzales á pasar á España, y fundar en Barcelona una academia de juegos florales á imitación de la de Tolosa. Dotóla de privilegios y cuantiosas rentas, y los reyes, que le sucedieron, rivalizaron en concederle marcadas pruebas de su protección .

Palabra del Dia

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