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Actualizado: 27 de junio de 2025


No parecía sino que se había ideado para ella ¡Qué demonio de chico, por dónde había ido a tomar el punto; y de qué manera tan fácil podía llegar a ser un hecho la ficción aquella, sin haberse escrito todavía, y a resolverse en su casa, por la marcha fatal de los sucesos, la dificultad que no había acertado a resolver él en sus especulaciones imaginativas! ¡Tendría que ver eso!

Lo dicho en la Nota 3 sobre la diferencia de los talentos deja fuera de duda lo que acabo de asentar en el capítulo XII. Sin embargo para hacer sentir que la escena de los Sabios resucitados no es una ficcion exagerada, citaré un ejemplo que equivale á muchos. ¿Quién hubiera pensado que un escritor tan fecundo, tan brillante, tan lozano y pintoresco como Buffon, no fuese poeta ni capaz de hacer justicia á los poetas mas eminentes?

Contendrá la historia de las ciudades, villas y fortalezas de aquel antiguo reino. Me hizo esto recordar ciertos sucesos, que me contó mi amigo D. Juan Fresco, como ocurridos hace ya cuatrocientos treinta años en el castillo de la población en que él vive. Ignoro si dichos sucesos serán todo ficción, o si tendrán algún fundamento histórico.

Con su novela Los cuatro ochavos viene ahora a colocarse, sin duda, entre los mejores y más originales novelistas de toda España. La historia que nos cuenta está inmediatamente tomada de la realidad. Todo en ella, más que de ficción, tiene trazas de fiel trasunto de cosas que se han presenciado; no de nada que se inventa, sino de sucesos y de personas que se recuerdan.

Ese súbito renacimiento de vida, de belleza, de ternura, esa deliciosa aventura de encontrar á su mujer convertida en una joven querida llena de emoción, y tan dichosa de verse al lado de su compañero, ese milagro ¿es ficción acaso? No, sino el agradable espectáculo que se ve muy á menudo. Y si es raro entre los ricos, frecuentemente acontece á las familias laboriosas y esclavas de sus deberes.

Ciertamente, parece que nos ennoblecemos trasladándonos de este mundo al otro, de la realidad en que somos tan malos a la ficción en que valemos más que aquí, y véase por qué, cuando un cristiano el hábito de pasar fácilmente a mejor vida, inventando personas y tejiendo sucesos a imagen de los de por acá, le cuesta no poco trabajo volver a este mundo.

Como se ve, Descartes no rechaza el que su duda no sea una mera ficcion; hasta dice en términos expresos que no hace mas que aplicar un método cuya necesidad reconocen todos los filósofos.

Añádase también, que, para los españoles, era más profundo el abismo que separaba á la ficción de la realidad, que entre nosotros. Parece haber sido interés común del gobierno y de la Inquisición conceder la mayor libertad posible á la diversión favorita del pueblo, disipar toda especie de obstáculos y consentir sin restricciones en el teatro cuanto se prohibía en la vida real.

Los entretenimientos metafísicos vienen á coincidir con esta Obra. Mallebranche fué Cartesiano puro, y en el entusiasmo filosófico, y la ficcion excedió á Cartesio.

Suelen estos atribuir la superioridad que tienen y el acatamiento que se les da a circunstancias dichosas: a haber nacido donde han nacido; a una ficción social y legal de que en lo íntimo de su alma no pueden jactarse. De aquí que sean modestos en el fondo y que por naturaleza consideren igual o superior a ellos a la más ínfima y cuitada criatura humana.

Palabra del Dia

vorsado

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