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Actualizado: 25 de julio de 2025
Fue entonces cuando acudimos al guarapo, el jugo de la caña, ligeramente fermentado, que constituye una bebida sana y fortificante. A la una y media de la tarde estuvimos en la cumbre de una montaña que trepábamos desde temprano y que nos parecía inacabable.
Sarapammon y Dioscórides, valiéndose de las llaves del granero público, vendieron casi toda la cebada y el trigo que en él había, y una enorme provisión de lentejas, y cien artabas de arrak, bebida de arroz fermentado de que gustaban mucho los egipcios de entonces.
Si en semejantes dias los indígenas de los pueblos interiores se contentan con ataviarse grotescamente y llevar sobre sus personas los variados plumages de los pájaros de sus florestas, sin beber otra cosa que la chicha, líquido fermentado, hecho de yucas, el cual ni es muy fuerte ni pernicioso, no sucede así con los naturales de Caupolican, que vestidos con igual estravagancia hacen uso del aguardiente, ocasionándoles esta bebida grandes gastos al mismo tiempo que la pérdida de su salud.
Esta idea ha fermentado ya en mi pecho, pero... ¡jamás! ¡Quimera! ¡ilusión de las tinieblas! ¿Quién soy yo? ¡ay! un cautivo cuya imaginación ha reposado un momento en sueños voluptuosos; que creía andar sobre caminos llenos de verdor y bajo doseles de rosas, que no ocupaba su imaginación más que en esperanzas fáciles y esperanzas rientes y que, de pronto, se encuentra a la vista de sus cadenas y de su calabozo.
Entónces todo el mundo arremetia con franqueza, y en breve desaparecia el monumento de pan. Cada cual saboreaba con deleite su licor fermentado; las señoritas y matronas candorosamente, y los hombres acompañando cada libacion con una aspiracion del cigarro ó la pipa y una bocanada de humo espeso y desagradable, tal como lo produce el detestable tabaco que se cultiva en Alemania.
A las once, el calor y la afluencia de gente hacían ya insoportable la estancia e imposible el tránsito por los salones del marqués de Butrón: hallábanse abiertas de par en par cuantas puertas y ventanas había en la casa, y más que concurso de gentes, parecía aquello un confuso revoltijo de joyas, plumas, flores, telas vistosísimas y mujeres medio desnudas, entre las que se destacaban las manchas oscuras de los hombres, revolviéndose entre ellas sofocados y sudorosos, como un enjambre de gusanos negros que hubiera fermentado aquella compacta masa de mundo, demonio y carne... En el gabinete más próximo al vestíbulo, el marqués y la marquesa de Butrón recibían a sus convidados, viendo desfilar con la misma amable sonrisa grandes nombres y grandes vergüenzas, inocencias completas y malicias refinadas, honras sin tacha y reputaciones escandalosas, barajadas y confundidas en aquella casa, sin disputa alguna noble y honrada, por la impúdica y funesta tolerancia de las grandes sociedades modernas.
Los chinos, que tenían más miedo al Capitán que a los salvajes, bajaron a tierra, aunque murmurando. Van-Stael, para animarles un poco, hizo destapar un barrilito de sam-sciú, especie de aguardiente de arroz fermentado que se fabrica en China, y lo distribuyó abundantemente entre todos. Si sabía hacerse temer de aquella gente, sabía también hacerse querer.
Palabra del Dia
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