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Actualizado: 15 de mayo de 2025
La tragedia de su padre se juntaba en su pensamiento a otras historias oídas en la reserva de alguna confidencia. Su abuelo, un hombre piadoso y sensual, se había dejado matar, sorprendido en la alcoba de su amante, por faltarle la voluntad de herir con la espada que el marido caballeresco le arrojara a las manos.
Recibo la de V. E. en 15 de Mayo, en que me hace saber que el Señor D. José Varela y Ulloa es Comisario principal de toda la demarcacion; y que yo le debo estar subordinado. Desde que vine á la América me he considerado subdito suyo, sin faltarle jamas á la obediencia, que, sobre estarme mandada, debo tenérsela en consideracion á su grado, talento, luces y superiores conocimientos á los mios.
Apenas queda sola la mujer de Guzmán, se presenta el Rey en busca del Infante, y pronuncia algunas palabras que afligen sobremanera á tan leal señora; apodérase entonces de una lámpara, y, sin faltarle al respeto, enseña la puerta á su ilustre huésped, alumbrándole desde la escalera. Esta escena es excelente.
Viendo Rinconete, pues, tanta disensión y alboroto, parecióle que sería bien sosegalle y dar contento a su mayor, que reventaba de rabia; y aconsejándose con su amigo Cortadillo, con parecer de entrambos, sacó la bolsa del sacristán, y dijo: Cese toda cuestión, mis señores; que ésta es la bolsa, sin faltarle nada de lo que el alguacil manifiesta; que hoy mi camarada Cortadillo le dio alcance, con un pañuelo que al mismo dueño se le quitó, por añadidura.
Está pintando respondió el criado mirando con sorpresa y curiosidad los ojos llorosos de doña Paula. Dile que deseo hablar con él. Mientras el doméstico fué a avisar a su señor, doña Paula creyó que las fuerzas iban a faltarle. Comenzó a sentir los síntomas primeros de una de aquellas sofocaciones que de vez en cuando le daban.
Tal era su previsión, que rara vez dejaba de llevar la cantidad necesaria para los pobres de uno y otro costado: como aconteciera el caso inaudito de faltarle una pieza, ya sabía el mendigo que la tenía segura al día siguiente; y si sobraba, se corría el buen señor al oratorio de la calle del Olivar en busca de una mano desdichada en que ponerla.
¿Qué le daré á mi hombrecito malo para que sonría un poco?... ¿Qué le haré para que olvide sus malas ideas?... Los perfumes eran su afición dominante. Como ella misma declaraba, podía faltarle que comer, pero nunca las esencias más ricas y costosas.
Y entonces renacía en él el ansia de señalarse y de probar su valor, volviendo a lanzarse en las más peligrosas aventuras. Las buenas ocasiones no habían de faltarle. La primera que se le ofreció fue la de ir a la grande y hermosa isla, donde se crían la canela y el clavo y abundan las perlas en el mar que la ciñe.
Mi apoyo repuso don Simón, más blando que un guante no ha de faltarle mientras yo le vea dispuesto a velar por los intereses del país. Mañana le daré a usted otra prueba más de que el bien del país es su único afán... ¿Mañana, dice usted? En el supuesto de que apoye usted su proposición ese día, como asegura hoy El Ariete.... Y a propósito: tiene usted buenos amigos en la Prensa.
Este calavera es detestable, porque el cura liberal y despreocupado debe ser el más timorato de Dios, y el mejor morigerado. No creer en Dios y decirse su ministro, o creer en él y faltarle descaradamente, son la hipocresía o el crimen más hediondos. Vale más ser cura carlista de buena fe.
Palabra del Dia
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