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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Pues ¿qué diré del chiste y garbo incomparable con que oprimía entre sus dientes de perlas, un pitillo ruso, lanzando al aire volutas de humo azul, mientras la contracción de sus labios destacaba la arremangada nariz y los hoyuelos de los arrebolados carrillos? ¿Qué de aquella su maestría en ocupar dos sillas a un tiempo sin que propiamente estuviera sentada en ninguna de ellas, y puesto que reposaba en la primera el espinazo, en la segunda los tacones? ¿Qué de la agilidad y destreza con que se sorbía diez docenas de ostras verdes en diez minutos, y bebíase dos o tres botellas de Rhin, que no parece sino que le untaban el gaznate con aceite y sebo para que fuese escurridizo y suave? ¿Qué de la risueña facundia con que probaba a sus amigos que tal anillo de piedras les venía estrecho al dedo, mientras a ella le caía como un guante?
Gravemente te engañas si piensas que las musas se preocupan de la pobreza, y que se hallan bajo su dominio tesoros de riquezas como de facundia poética.
Ella había visto de niña llorar á su madre en el lujoso departamento del hotel, mientras hablaba el padre con aspecto de iluminado, anunciando para la semana próxima una ganancia de un millón. La esposa, convencida por la facundia de su grande hombre, acababa secando sus lágrimas, empolvando su rostro y adornándose con sus perlas y sus blondas de problemático valor.
Todo pareció temblar; pero acostumbrados los dos viajeros á oir los estampidos de las piezas por la parte de la boca, les pareció de segundo orden el estrépito presente. Lacour iba á continuar su relato sobre el glorioso abuelo de la Convención, cuando algo extraordinario cortó su facundia. Tiran dijo simplemente el artillero que ocupaba el teléfono.
Entró en la sala que también estaba a oscuras, penetró en el gabinete de su tía, que a la misma boca de lobo se igualara en lo tenebroso, y allí se le redobló la facundia, y la energía de sus declamaciones rayaba en frenesí.
Ojeda se complacía en escuchar la facundia exuberante de su amigo. Las novedades de aquella vida marítima le infundían una movilidad infatigable. Es usted el duende del buque dijo . En pocos días lo ha corrido por completo, y no hay rincón que no conozca ni secreto que se le escape. Maltrana se excusó modestamente.
Palabra del Dia
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