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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Pusímonos á hojear el consabido registro y hallamos tan interesantes extravagancias que no pudimos ménos que reir á carcajadas. ¡Cómo se revelan en esos libros las vanidades humanas y las diferencias de los tipos sociales! Las firmas de rusos eran de un laconismo severo.

Mi salud comenzaba a resentirse de las extravagancias de mi cerebro, y las personas extrañas entre las cuales vivía no pronunciaré su nombre, no merece figurar en estas páginas no existieron ya para sino como fantasmas. Las últimas cartas de Marta revelaban orgullo, respiraban júbilo y esperanza. Sus temores parecían haberse disipado, nadaba ya en las delicias que le prometía la maternidad.

La fuerza de tan vehementes imaginaciones junta con el desorden de pasiones tan extravagantes, arrastraban al juicio, y los hacia caer en feísimos errores. No se ha acabado la raza de estos Escritores, que por la depravada imaginacion, y pasiones vehementes que la acompañan, publican enormes extravagancias.

Sus composiciones dramáticas se distinguieron lo bastante, á pesar de la muchedumbre de obras del mismo género que inundaban entonces los teatros, para llamar hacia ellas particular atención . Se asemejan mucho á las de Rojas por la misma propensión á las exageraciones y á las extravagancias fantásticas, por la misma tendencia á ponderar lo natural y lo verdadero, y en la dicción, por igual mezcla de la naturalidad más sencilla con la hinchazón y la hojarasca, aunque predominando estos últimos defectos.

Sin duda, el Príncipe de los creyentes debió decir para sus adentros: "Si este avechucho no es el rey de la locura, y después de tantos afanes y extravagancias no hemos encontrado más que un loco de los adocenados, un loco de insulsa mediocridad, será preciso entregarse al despecho y la desesperación."

Luego en los toros, en las carreras de caballos, ostentaba un lujo escandaloso que llamaba fuertemente la atención pública. Algunas amigas bien intencionadas, que nunca faltan, compadeciéndola muchísimo enteraban a D.ª Carmen de las cuantiosas sumas que aquella mujer costaba al duque, de todas sus extravagancias y caprichos.

Estos dramas de Calderón nos revelan también, más cumplidamente que otros cualesquiera suyos, las extravagancias y exageraciones, que, desde antes, formaban ya un rasgo esencial de los españoles.

A ella se le antojaban extravagancias, porque desde niña tenía un instinto de orden y tranquilidad y le parecía mal que Martín fuese tan loco. Los Ohandos eran dueños de un jardín próximo al río, con grandes magnolias y tilos y cercado por un seto de zarzas. Cuando Catalina solía ir allí con la criada a coger flores, Martín las seguía muchas veces y se quedaba a la entrada del seto.

Yo no he olvidado nada, ni sus dulces palabras, ni mis extravagancias, ni sus cuidados tan tiernos y tan pacientes, ni todo el mal que le hice. Yo le he dado un cáliz bien amargo y usted lo ha apurado hasta las heces. Verdad es que yo no era tampoco más feliz. Yo no estaba segura de usted, temía equivocarme sobre el sentido de sus bondades y de interpretar por señales de amor lo que era piedad.

Después de las infinitas sandeces y extravagancias con que los del vecino imperio acostumbran á pasar ratos tan frecuentes de buen humor á costa de nuestro país, apenas se concibe que no haya habido algun escritor español que dijera de ellos tantas verdades, cuantas son las mentiras que ellos han dicho de nosotros.

Palabra del Dia

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