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Actualizado: 28 de junio de 2025


Herminia, en la exaltación propia del caso, llegaba á creer muy naturales esos medios extraordinarios. Salieron al corredor y á paso de lobo, se encaminaron hacia la escalera que bajaba á las dependencias. Los criados debían estar durmiendo, porque todo estaba apagado en el castillo. Un rayo de luna, muy molesto, iluminaba la galería y la escalera; y el patio estaba enteramente blanco.

A veces se aparecían también, a guisa de sorprendentes cometas, las ricas cubanas de Amézaga, con sus sombreros extraordinarios, sus sombrillas monumentales y sus atavíos caprichosos, destilados siempre a la quinta esencia de la moda. Pilar las distinguía de cien leguas, por sus famosos sombreros, imposibles de confundir con otro tocado alguno.

Eran los barberos y sus servidores, que, una vez terminados los preparativos de la operación, querían empezarla cuanto antes. Algunos tenían tienda abierta en la capital, y deseaban volver pronto á sus establecimientos, donde les aguardaban los clientes. Estos trabajos extraordinarios y patrióticos por orden del gobierno no eran dignos de aprecio, pues se pagaban tarde y mal.

Si Salamanca viviese encerrado en una cueva; si tuviese por palacio un desierto; si á su sombra llevase atadas las dificultades y las amarguras del proscrito yo no tendria ningun reparo en escribir su vida, que es sin disputa la más fecunda en episodios extraordinarios que conoce nuestro país en el siglo presente; pero no quiero nada con hombres tan ricos.

Se llama a la mujer del zapatero. ¿Hay un convite que necesita aumento de brazos en otra parte? ¿Hay que dar de prisa y corriendo ropa a lavar, a coser, a planchar, mil recados, en fin, extraordinarios? La mujer del zapatero, el zapatero.

Señor: Por la relación inclusa V. Magd. se servirá de ver los vestidos ordinarios y extraordinarios que se dan cada año por su Cámara, y por haberme parecido muchos en número, de que se podrían excusar algunos y reducirse otros a menos valor, diré lo que en cada uno se me ofrece para que habiéndolo visto Su Magd. resuelva lo que más fuere de su Real servicio.

La pobre no pudo dormir, y el día la encontró hecha un ovillo, empapada en sudor frío y temblando de miedo. Entre estos sucesos extraordinarios y la diaria tarea del estudio y la costura, aterrada siempre por la fascinación terrible de los espejuelos de la madre Angustias, pasó Clara cuatro años, hasta que, cumplidos los once, vino Elías por ella y se la llevó á su casa.

Por otra parte, aquel loco, más que ninguno, tenía pensamientos verdaderamente extraordinarios y sublimes. No se sabía ni de dónde venía ni adónde iba, ni lo que quería, pues Yégof erraba por todas partes como alma en pena; a veces hablaba de razas desaparecidas y decía que era emperador de Austrasia, de Polinesia y de otros lugares.

Se hacían los preparativos de todos los años para la gran fiesta de la Virgen del Sagrario, a mediados de agosto. En la catedral hablaban de la de aquel año con misterio unos y zozobra otros, como si aguardasen sucesos extraordinarios. Su Eminencia, que no bajaba al templo hacía muchos meses por no ver a los del cabildo, presidiría el coro el día de la fiesta.

La cena, que comenzara temprano en la Casa Roja, había terminado, y la fiesta había llegado en ese momento en que la misma timidez se convierte en alegría natural, el momento en que los señores que tienen conciencia de sus extraordinarios talentos acaban por dejarse persuadir de que deben bailar un «hornpipe».

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